“No hay cuadro alguno que nos haga olvidar éste”
Les cuento: Aquella mañana lluviosa a la infanta doña Margarita no se le antoja otra cosa que visitar el taller del maestro para ver cómo trabajaba. Lo primero que se le ocurre (una niña de cinco años) es pedir agua, por lo que María Sarmiento le ofrece calmar su sed con un búcaro. En ese momento sus padres entran en la estancia y todos, reverencialmente, saludamos a sus majestades mientras al fondo queda el aposentador real, José Nieto, vestido con capa pero sin espada ni sombrero, cuya misión es abrir las puertas de palacio a los reyes.