Difícil resulta imaginar, o trasladar al día de hoy, cómo transcurría la vida social y familiar de Jimena en el entorno en que nos movíamos, finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, donde además los niños, en tanto jugábamos en el Paseo, estábamos atemorizados por los comentarios que escuchábamos de los mayores que todo lo sabían porque así nos lo creíamos. Nos auguraban la llegada inmediata del fin del mundo, coincidente con las campanadas del año nuevo, 1960, que frustraría el nacimiento de una nueva década para los seres humanos y con ello que prosiguieran los inventos por la desaparición de su presencia en el planeta Tierra.