Leído en el diario Europa Sur. Por su interése reproducimos esta noticia.
JOSÉ LUIS TOBALINA
El Festival Internacional de Música de Jimena terminó, como dice el título de una de las películas de Robert Rodríguez, Abierto hasta el amanecer. Por supuesto, nada de violencia extrema como en la cinta, sino música, música y música. La sensación que dejó en los espectadores el concierto de Chucho Valdés estuvo presente durante toda la madrugada. No había corrillo ni conversación en los que no estuvieran presentes esas casi dos horas mágicas que ofreció el pianista cubano. Tardará mucho en olvidarse su concierto que es ya, y en eso coinciden casi todos si no todos, el mejor que se ha escuchado en Jimena en las siete ediciones que van ya de Festival y eso que se han oído cosas extraordinarias.
Lo cierto es que si la noche del sábado (o mejor dicho la madrugada de ayer) estuvo caracterizada por algo fue por esa música que no dejó de sonar hasta casi las cinco de la madrugada en el Espacio Abierto, donde se dieron cita cientos de personas. Allí hubo música de todo tipo y para todos los gustos. Sin apenas respiro comenzó la noche el grupo THC, que puso el ritmo en un público que venía ya entregado después de tantos y tantos días de movida.
Un torbellino de sensaciones que contagiaron al personal, que esperaba, sin duda, al anunciado plato fuerte de la noche, los Maíta vende cá, que no llegaron a actuar en segundo lugar porque su solista, Antonio Caña, tardó en llegar, por lo que hubieron de ser sustituidos por los terceros en discordia, los Karton Boulevard Imbérica, vallisoletanos del mundo que se encargaron de mantener la atención en el recinto. Se trataba de un grupo en el que los hermanos Corral pusieron todo lo que de rompedores tenían para que nadie se mantuviera ajeno al espectáculo. Cuando terminaron fueron los de Maíta los que se encargaron de cerrar el Festival y lo hicieron como saben, de una manera contundente sin permitir que nada ni nadie dejara de disfrutar.
Y con ellos terminó esta séptima edición de un Festival que ya ha superado con creces la mayoría de edad pero al que le falta por limar algunos detalles, por ejemplo el hecho de que, en ocasiones, los conciertos se solapen unos a otros. Entre lo ajustado del horario y los retrasos en el inicio de algunos de ellos, lo cierto es que aquel que quiera asistir a dos en una misma noche lo tiene complicado si no se da mucha prisa. Son las cosas que tiene el hecho de que la programación sea tan abundante en cuanto a músicas.
Lo cierto es que este Festival llegó a su fin y ahora hay que pararse a pensar en el del año próximo, en la octava edición, que estará dedicada a las músicas que se escuchan en el Mediterráneo. España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Túnez, Argelia o Marruecos son los países en los que ha fijado la mirada la organización. Desde allí intentarán traerse lo mejor de sus músicas para ofrecérsela a todos. En esa ocasión, dentro de un año, serán cuatro días, desde el 10 al 13 de julio. Cuatro días intensos que, a buen seguro, agradarán a aquellos a los que este festival le atrae por lo de especial que tiene.
El Festival Internacional de Música de Jimena terminó, como dice el título de una de las películas de Robert Rodríguez, Abierto hasta el amanecer. Por supuesto, nada de violencia extrema como en la cinta, sino música, música y música. La sensación que dejó en los espectadores el concierto de Chucho Valdés estuvo presente durante toda la madrugada. No había corrillo ni conversación en los que no estuvieran presentes esas casi dos horas mágicas que ofreció el pianista cubano. Tardará mucho en olvidarse su concierto que es ya, y en eso coinciden casi todos si no todos, el mejor que se ha escuchado en Jimena en las siete ediciones que van ya de Festival y eso que se han oído cosas extraordinarias.
Lo cierto es que si la noche del sábado (o mejor dicho la madrugada de ayer) estuvo caracterizada por algo fue por esa música que no dejó de sonar hasta casi las cinco de la madrugada en el Espacio Abierto, donde se dieron cita cientos de personas. Allí hubo música de todo tipo y para todos los gustos. Sin apenas respiro comenzó la noche el grupo THC, que puso el ritmo en un público que venía ya entregado después de tantos y tantos días de movida.
Un torbellino de sensaciones que contagiaron al personal, que esperaba, sin duda, al anunciado plato fuerte de la noche, los Maíta vende cá, que no llegaron a actuar en segundo lugar porque su solista, Antonio Caña, tardó en llegar, por lo que hubieron de ser sustituidos por los terceros en discordia, los Karton Boulevard Imbérica, vallisoletanos del mundo que se encargaron de mantener la atención en el recinto. Se trataba de un grupo en el que los hermanos Corral pusieron todo lo que de rompedores tenían para que nadie se mantuviera ajeno al espectáculo. Cuando terminaron fueron los de Maíta los que se encargaron de cerrar el Festival y lo hicieron como saben, de una manera contundente sin permitir que nada ni nadie dejara de disfrutar.
Y con ellos terminó esta séptima edición de un Festival que ya ha superado con creces la mayoría de edad pero al que le falta por limar algunos detalles, por ejemplo el hecho de que, en ocasiones, los conciertos se solapen unos a otros. Entre lo ajustado del horario y los retrasos en el inicio de algunos de ellos, lo cierto es que aquel que quiera asistir a dos en una misma noche lo tiene complicado si no se da mucha prisa. Son las cosas que tiene el hecho de que la programación sea tan abundante en cuanto a músicas.
Lo cierto es que este Festival llegó a su fin y ahora hay que pararse a pensar en el del año próximo, en la octava edición, que estará dedicada a las músicas que se escuchan en el Mediterráneo. España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Túnez, Argelia o Marruecos son los países en los que ha fijado la mirada la organización. Desde allí intentarán traerse lo mejor de sus músicas para ofrecérsela a todos. En esa ocasión, dentro de un año, serán cuatro días, desde el 10 al 13 de julio. Cuatro días intensos que, a buen seguro, agradarán a aquellos a los que este festival le atrae por lo de especial que tiene.