Cada día, 42.500 personas se ven obligadas a huir de sus casas porque su vida corre peligro. En 2014 se contabilizó la cifra más alta de desplazados forzosos desde la Segunda Guerra Mundial: 58 millones.
Países como Turquía o Paquistán acogen más de un millón de refugiados que siempre, si nos fijamos bien, son los mismos. Los mismos rostros con el terror, la desesperación y la sumisión marcados de modo ineluctable, huyendo de la ignorancia bruta y la locura que otros, con un kalashinkov al hombro, ejercen.