“En Abu Dabi, Hamiltón pilotó como una abuela”. Fue la explicación más diplomática que Nico Rosberg encontró para justificar las malas artes con las que su compañero en Mercedes, quiso arrebatarle, en la última prueba, el título mundial de Fórmula I.
Conseguir ese premio se lo debía a su padre, Keke Rosberg, campeón mundial en 1.982, que dedicó tiempo y dinero para que su hijo repitiera la hazaña, conseguida, por fin, el año pasado. Sin embargo a los cinco días Nico, anunció, de forma inesperada, su retiraba de ese mundo, exigente y peligroso, donde amistad y camaradería son palabras difíciles de encontrar.