“Una cosa es quitar al Presidente y otra, es quitarle los derechos a un pueblo, que eso en la vida lo haré yo”. Con estas palabras se despachaba en una entrevista, nuestro flamante Alcalde de Jimena de la Frontera.
Si supiera siquiera calibrar sus palabras, se hubiera dado cuenta de la barbaridad que estaba expresando. Pero, lo siento, peras al olmo no se le pueden pedir. Este hombre no da mas de sí, es quien es y como es. Pero es, quien ha elegido los jimenatos para que rija y gestione sus destinos por cuatro años, y eso debe ser sagrado para un demócrata.
Este hombre, que un mes antes de las elecciones, no sabía siquiera que los sampableños disfrutábamos de una Junta Municipal de Distrito y que a día de hoy, me consta, que ni él ni su equipo de gobierno, se han tomado la molestia de leer el Reglamento que la desarrolla, se ha empecinado, gracias sin duda a los apoyos externos con los que cuenta, de pisotear y de conculcar los derechos democráticos adquiridos por los vecinos de San Pablo.