Por José Antonio Hernández Guerrero.
La palabra “enero” procede de la voz latina “ianuarius”, que significa “portero”, el encargado de abrir y de cerrar la “ianua”, la “puerta”. Ésta, en la interpretación mitológica, era el lugar perteneciente a Jano -en latín, Janus, Dianus, el Apolo del sol- el dios tutelar de las puertas del cielo, de los caminos de la vida y del transcurso del tiempo.
Los romanos, para significar que tenía el don de recordar el pasado y de predecir el porvenir, lo representaban dotado de una cabeza de dos caras que estaban orientadas en dos direcciones opuestas. También lo pintaban con una llave en la mano izquierda para expresar su convicción de que era el dios que abría el año. En la mano derecha portaba una baqueta, una vara que usaban como arma los porteros romanos para defenderse. El templo en el que le rendía culto, cuando estaba cerrado, simbolizaba la paz, y, cuando estaba abierto, la guerra. La fábula pinta a Jano como el portero porque, como numen tutelar del año, abre la puerta de esteperiodo de tiempo.