Lo que ahora llaman planes de ajuste se parece demasiado a lo que en su día nos vendían como planes de saneamiento financiero. El primero que pude ver no sirvió absolutamente de nada, salvo para pedir algún crédito, y el segundo, para el periodo 2008-10 -Ver aquí-, además de para pedir créditos sirvió para subir los impuestos (IVTM, por ejemplo)
Por eso me sorprende -aunque no debería conociendo la capacidad den demagogia del personal- que precisamente quienes trajeron como ajuste subidas de impuestos y concertación de créditos ahora se quejen. Tendrán sus razones, no lo dudo, pero también le echan un poquito de morro.
El plan de saneamiento aprobado por el PSOE en el año 2.008 recogía subidas en el IVTM (sello del coche) de un 10% y del IBI de un 5%, además de subidas en las tasas de residuos de un 5% y un 10% endistintos años. En el cuadro resumen de página 20 se aprecia como subirían un 5 ó 10 por ciento anual dependiendo del ejercicio, y entonces no les pareció mal.... ¿por qué?
Y ni que decir tiene que la solución mágica de quienes ahora se quejan de que se pidan créditos fue solicitar nada menos de 1,7 millones de euros... casi ná...
Puede que no se consiguiera ese crédito, porque nadie se fiaba de darlo, pero ahí están las propuestas de acuerdo -Ver aquí- que no parecen tan diferentes de las que se plantean ahora -Ver aquí-.
No me parece mal que se busquen otras opciones, ni estoy de acuerdo con subidas de impuestos o endeudamientos indiscriminados como fórmula para solucionar el agujero que ya avisamos hace años se estaba creando, pero hay que echarle morro para que los pirómanos que llevan años subiendo impuestos, sacando créditos que no pagaban, y endeudando un pueblo del que si pudieran habrían vendido hasta el Castillo, ahora se vistan de bomberos para contarnos lo que no quisieron hacer en su día.
Tal vez, sólo tal vez, si hubieran tenido en cuenta a quienes en su día dijimos que no se podía vivir de créditos, endeudamientos, y pagos tan alegres en cuestiones nada necesarias, hoy tendrían otra Jimena, pero está claro que los políticos profesionales, aquellos cuyo sueldo depende de un partido, tienen que ser buenos actores para guardar las apariencias.
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