sábado, 15 de octubre de 2011

Entrevista a la bailaora jimenata Lucía Álvarez "La Piñona"

Leído en Hoy. Por su interés repreoducimos esta entrevista.
«El flamenco es un idioma en sí»
Mª ISABEL RODRÍGUEZ PALOP
«Me había inscrito tres veces, pero no fui antes a La Unión porque no sentía que fuera el momento»
La noche en la que Celia Romero se alzaba con la Lámpara Minera, Lucía 'La Piñona' (Jimena de la Frontera, Cádiz 1985) recogía el premio al 'Desplante' en el mismo lugar. Celia en el cante, y 'La Piñona' en el baile. Compartieron camerino, nervios, tensión, alegría y lágrimas, y Celia, profeta en su tierra, volvió a Extremadura a celebrar su éxito.
Dentro de unos días llegará Lucía (23 de octubre, Sala Doré en Badajoz) pisando el escenario pacense con la categoría de 'El Desplante' y el curriculum de una maestra, a la que cada noche, le siguen temblando las piernas.
-Su nombre completo es Lucía Álvarez ., ¡Howard!, por favor, cuénteme...
-Si, mi segundo apellido es Howard. Mi madre era inglesa pero vivió en España casi toda su vida. Se vino con 20 años y ya no volvió jamás a vivir en otro sitio.
-Sangre inglesa, estudia en Cristina Heeren, ¿se pulen fuera los diamantes flamencos de nuestra tierra?
-No, no. Yo creo que se pulen en España. Lo demás es anecdótico. En el caso del Heeren la dueña es americana, ¡y el director peruano! Pero es una de las mejores escuelas para formarse y ella ha invertido su economía y energía en esa Fundación, pero, ¡no es más que una señora americana aficionada! La escuela está en Sevilla y creo que es donde tiene y tenemos que estar. La misma escuela en Madagascar no sería lo mismo, ¿no?(se ríe)
-Durante dos años estuvo becada allí, e incluso llegó a dar clases, ¿cómo se vive la evolución de alumna a profesora en un lugar tan emblemático?
-Hombre, en ese momento fue un subidón de autoestima. Consigues entrar en el sitio donde quieres estudiar... , luego te becan y además, te haces monitora. Es increíble verte dando clases a otros alumnos como tú, e incluso, sustituir a tu propio profesor. Es rozar lo más alto..., hasta que te das cuenta de que ser monitor es estar un poco 'vendido'. Te mandan a todos lados por el hecho de tener beca y vas perdiendo muchas de tus clases. Aprendes unas cosas, pero te pierdes otras muchas. Pero bueno, en ese momento lo viví de forma muy, muy positiva.
-Dígame algunas virtudes de esos maestros del baile con los que tuvo el privilegio de ir aprendiendo: Milagros Mengíbar, Rafael Campallo, Eva la Yerbabuena...
-Veamos. Milagros te da la disciplina necesaria para el flamenco porque habitualmente ¡estamos faltos de eso! Si aprendes con Rafael, ¡agilidad mental no te faltará! Te hace estar alerta a cualquier cosa en clase, porque la forma que tiene de bailar, no es nada, nada fácil. Carmen Ledesma es la emoción en persona. Sabe sacar de cada uno, todo lo que tiene en las entrañas. O por lo menos, ella sabe si hay algo...Y Eva, Eva, Eva... ¡Eva es de lo mejor que ha pasado por mi vida, respecto al baile! En su momento aprendí tanto con ella que ,cuando terminé, no sabía por donde empezar. También Andrés Peña. Él me ha enseñado cosas básicas, cosas que no se enseñan en la escuela, pero él, lo ha hecho. No solo pone cuatro pasos y ¡hala! a tu casa. Andrés se preocupa por los alumnos y te hace bailar, ¡pero bailar de verdad!, no ejecutar una coreografía, no. En sus clases se entrega por completo, y siempre han estado llenas de humildad y naturalidad. Andrés Peña es un maestro de los pies a la cabeza.
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-Usted trabaja habitualmente en tablaos. ¿Han ganado prestigio con el tiempo?, ¿piensa que alguna vez lo perdieron?
-Yo creo que los tablaos son sitios de prestigio. Quizá ahora que el flamenco se lleva por todo el mundo y está en los mejores teatros, la gente mira los tablaos como algo de menos categoría, pero yo digo alto y claro y con mayúsculas, que los tablaos son nuestra base, nuestra escuela, nuestro gimnasio, nuestra vía de escape, nuestra sala de ensayo, nuestro todo... Los tablaos son muy importantes para nosotros, los artistas y para el público que encuentra un flamenco, que ahora, es muy raro encontrar en un teatro. A lo largo de la historia han pasado por tablaos los mejores artistas, las figuras: Caracol, La Paquera, Camarón, Manuela o Canales. Para mi es un orgullo, un honor y una responsabilidad subirme cada día en un escenario y estar en camerinos donde han estado estos artistas. ¡Que no se pierda por Dios!
-El público de tablaos como el de 'El Arenal' es mayoritariamente turístico, ¿entienden lo que ven?
-A veces si, y a veces no. Hay públicos a los que hasta que no les haces millones de pasos con los pies, no reacciona, y hay algunos, que con solo levantar un brazo te comen de emoción. Hay gente por ahí sensible y capaz de apreciar la calidad. Más de lo que pensamos. Además, cuando una cosa está bien hecha y tiene categoría se nota. ¡Aquí y en Pekín!
-Cuénteme algo de 'la noche'. Esa en la que consiguió el Trofeo 'El Desplante' de La Unión...
-¡Buff! Esa noche está cargada de emociones. Lo pasé muy bien, aunque nunca en mi vida he vivido algo con tanta tensión... Pero mira, estoy contenta porque no hubo nada del exterior que me hiciese estar mal. Me tocaron buenos compañeros, eso es importante.
-Compañeros..., y compañeras como Celia Romero que esa misma noche se alzó con la Lámpara Minera...
-Con Celia compartí camerino. No la conocía, pero allí estuvimos charlando de los premios y de las cosas típicas. Era un momento muy especial para las dos. No la vi cantar. Ese día decidí no ver a nadie, pero no pude evitar disfrutar con la siguirilla de Rafael de Utrera, que Celia bordó. ¡Me encantó!
-Bueno, ¡ese camerino se habrá convertido en un talismán!...
-(Vuelve a reírse. No para de hacerlo durante toda la entrevista) ¡Luego te digo cual era exactamente, por si un año te animas!
-¿Cuando decidió enfrentarse a esa prueba, a luchar por 'El Desplante'?
-Mira, en La Unión era la primera vez que me presentaba, pero la tercera que me inscribía... No llegué a ir las dos veces anteriores porque no sentía que fuera el momento. Hay veces que se sabe cuando. Me animó todo el mundo, mi familia, mis amigos flamencos, y eso, me ayudó mucho. Que un compañero te sitúe en La Unión, confíe en ti, y te de la seguridad de puedes estar ahí cuando tu estás llena de dudas y de inseguridades, anima y mucho.
-¿Qué es lo más difícil de una noche como esa?
-Aguantar la tensión, la responsabilidad de quedar bien. Independientemente de que hubiera premio o no, lo más complicado es estar a la altura de las circunstancias.
-Este año ha participado en el primer festival flamenco de Tokio compartiendo cartel y teatro con Farruquito, La Moneta, Olga Pericet o Enrique El Extremeño, ¿cómo suena el flamenco en japonés?
-¿Como suena? ¡A gloria bendita!. Allí el flamenco, ¡se vive de una manera brutal! Ellos son flamencos como los que más, y entienden a cien por cien lo que ven. Ahí no hay engaño ni puedes vender humo. Tienen un conocimiento, que da miedo. Ya quisieran aquí algunos, saber, respetar y amar el flamenco como lo hacen allí.
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