Leído en Malaga Hoy. Por su interés reproducimos esta noticia.
Esta es la historia de Rayo, un burrito de 2 años. Y también la de un grupo de amigos de Genalguacil que salvaron sus atributos masculinos del bisturí de la veterinaria en el último momento. De ahí a montar la Asociación Pro Burros de Genalguacil media un suspiro. Ahora tienen muchos planes, como el de usar a Rayo como semental para que en este singular pueblo del Valle del Genal haya más burros. Según parece, en épocas no tan lejanas, Genalguacil contaba con un gran número de caballerías.
La historia con final feliz comenzó durante la pasada Feria. El anterior dueño de Rayo, Pepe Medina, dice que lo compró como un capricho, pero que en el trato entraba el que el animal estuviese capado y que en esas estaban cuando la suerte se puso de parte del borrico. “El bicho le cantaba al día y a la noche, hasta a luna le cantaba”, dice Pepe, en referencia a los continuos rebuznos de Rayo cada vez que por las inmediaciones de su cuadra, toda de madera y con bebedero automático, pasaba alguna hembra equina. “Con lo bueno y noble que es, es que se pone desatao y Pepe no puede con él”, explica Juan Cózar, miembro de la Asociación.
El caso es que en plena Feria, Pepe esperaba la llegada de la veterinaria de Cortes de la Frontera para conseguir que Rayo se volviese más dócil. Sin embargo, ocho amigos que forman la Asociación Pro Burros de Genalguacil y que celebraban la fiesta del patrón decidieron que la virilidad de Rayo seguiría intacta. Propusieron a Pepe comprárselo por la misma cantidad que había pagado él, 600 euros. “El trato se hizo como se tiene que hacer, incluso se mojó”, cuenta Antonio, marido de María, otra de las socias.
Tradicionalmente, cuando se llegaba a un acuerdo en la venta de ganado, los participantes en el trato se daban la mano y por encima se derramaba un poco de vino. Con ese gesto no hacía falta más documento ya que la palabra estaba dada. “Aquí, a falta de vino, lo remojamos con whisky”, dicen riendo. La noticia se dio a conocer a través de la megafonía del pueblo en fiestas y en seguida se realizó una colecta entre la gente. Se reunieron 50 euros que, sumado a lo aportado por los socios suman 300.
Ahora faltan por reunir otros 300. En la asociación dicen que no hay problema. Rayo va a convertirse en semental. “Cada vez que el burro pise una burra, se van a cobrar 100 euros que servirán para pagarle a Pepe, que además también forma parte de la asociación”, dice Juan.Rayo, como un héroe de cuento, fue aparejado con los arreos de bonito, con su jáquima y su jato de pura artesanía de la que ya va quedando poca y fue paseado por las calles de Genalguacil. Dice Pepe que hasta lo lavó con champú y que se quedó “como de peluche”. Ahora, vive provisionalmente en la finca de uno de los socios hasta que se arregle la documentación para que legalmente pertenezca a la asociación y se decida dónde va a quedarse.
Según Pepe, es bueno, noble y el único fallo que tiene, si es que se le puede considerar fallo, es que “le pierden las hembras”. De hecho, el viernes pasó por la carretera una yegua y no hubo ni cerca ni puerta que pudieran contener su ímpetu amoroso. “Tenía miedo de que un coche le hiciera algo. Menos mal que al final no ocurrió nada”, asegura María suspirando.
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