jueves, 29 de diciembre de 2022

¡Por fin, 2022 pasó a la historia!, por Enrique Alonso

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¡Por fin, 2022 pasó a la historia!

Se acabó el 2022, año que empezó con buenos augurios. Salimos de la pandemia, el turismo volvía por sus fueros, con la cuarta dosis de la vacuna alejaba el fantasma de la crisis sanitaria de la COVID, recibimos miles de millones de euros de Europa por la pandemia.

Llega el 24 de febrero y vuelven a cabalgar por Europa los Jinetes del Apocalipsis, dando al traste todas las ilusiones que nos vislumbra el 2022. Estoy convencido de que este año que acaba, se lleva de Occidente el antimilitarismo y el pacifismo que reinó durante 70 años en el viejo continente. Esa frase de mi juventud “Más mantequilla, menos tanques” la hemos cambiado por “Más tanques, menos mantequilla” aquí la propiedad conmutativa de las matemáticas no se cumple. Europa se ha subido al carro de la guerra y las clases humildes serán las yuntas que tirarán del yugo de ese carro.

En febrero, como si este fuera un año bisiesto, el nacionalismo ruso pone patas arriba a todo el orden mundial, el nacionalismo imperialista del “pseudo zar de Putin”, se carga la frágil estabilidad económica del viejo continente y las ilusiones de millones de personas.

 ¡Menos mal! Después de 10 meses de desasosiego, ¡Por fin, se acaba el 2022! Empieza un nuevo año llamado 2023. No quiero mirar la bola de cristal para hacer futurismo, quiero simplemente arrancar una a una las hojas del calendario y seguir vivo sin pesadumbres y sin sobresaltos, porque lo importante no es como empieza el 2023, sino como termina.

Este constante vivir sin vivir por los acontecimientos de un país lejano, pero muy cercano por el sufrimiento de su gente que me ha provocado ¡Tal vez por mi edad! Una angustia que me hace ser incapaz de ser indiferente a tantos problemas que nos rodean. Una de cada siete personas no puede calentar su casa adecuadamente y el Gobierno calcula entre 3,5 y 8,1 millones de pobres energéticos, eso no ocurre en Ucrania, sino en nuestro propio país, un país en paz y con un buen producto de ingresos per cápita ¿Cómo lo están pasando 40 millones de ucranianos sin luz, sin gas en toda Ucrania con temperaturas bajo cero? Pero ahora, cuando más necesitada está, nadie, donde incluyo el ayuntamiento, partidos políticos y alguna que otras asociaciones, ya no hacen recogidas de mantas, ropa de abrigo y de alimento, esto es una demostración de la sociedad que vivimos. En un mar de hipocresía, solo nos subimos cuando la ola de actualidad nos lleva, pero cuando esa ola es pequeña nadie se implica, todo es un puro postureo.

No solo es en Ucrania donde cabalgan los Jinetes del Apocalipsis, también en Siria, Yemen, Irak, Sudán del Sur, Somalia, Afganistán... ¡Tanto dolor por el mundo! Y nosotros disfrutando del mundial, un mundial que le importa, un carajo que en Irán se ahorque a un futbolista por protestar en la calle y mientras tanto nuestros políticos se están peleando para meter a su gente en el Supremo y en el Constitucional.

Lo importante no es cómo se empieza el año, sino cómo se acaba. 2023 vienen con malos augurios, hambruna por el mundo, una guerra mundial y nuclear, Una COVID que se empeña en seguir con nosotros un año más, una crisis económica y energética y una paz imposible en Ucrania, “si Ucrania se hubiera rendido al principio de la guerra, se habría rendido Ucrania, ahora si se rinde no es Ucrania, es occidente el que se rinde, algo totalmente inaceptable, lo mismo ocurre con Rusia”, por lo tanto, no se vislumbra una paz y un pronto acuerdo en este año que empezamos. Debemos tener esperanzas de que al final del 2023 el mundo estará mejor que hoy.

Quiero acompañar al 2022 en el viaje de su recuerdo. Quiero dar las gracias a Bernardo y a buceite.com por permitir que mis pensamientos que, muchos han fluido desde mi corazón, los he podido plasmar en su blog. También quiero dar las gracias a los lectores que han tenido la santa paciencia de soportar mis artículos y mis comentarios. Como se suele decir cuando acaba un año y empieza otro. ¡Feliz año 2023! Que los dioses nos sean propicios.

Hasta siempre.

 

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