Leído en el diario Europa Sur. Por su interés reproducimos este artículo.
Secuencias gráficas del conjunto rupestre de Chinchilla
De este enclave situado en Jimena de la Frontera, solo dos de sus cuatro cavidades conservan las pinturas rupestres
No existe un estudio actualizado de investigación sobre dicho hallazgo
ASOCIACIÓN LA TROCHA. HUGO ALBERTO MIRA PERALES
Este enclave rupestre consta de cuatro abrigos rocosos abiertos al exterior, en los cuales se representan pinturas esquemáticas postpaleolíticas. Se ubica en el término municipal de Jimena de la Frontera, población situada al Este de la provincia de Cádiz, y en el extremo Norte del Campo de Gibraltar. Muy próximo al núcleo urbano trascurre el río Hozgarganta y aproximadamente tres kilómetros dirección Este en línea recta nos encontramos con el río Guadiaro, lo que la sitúa oportunamente entre estos dos grandes ríos. Su posición geográfica hace que este municipio se situé en un punto estratégico para las relaciones culturales, económicas y sociales entre la zona del Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda.
Es bien sabida la importancia que el extremo sur peninsular tuvo en nuestra prehistoria, tanto en periodos muy antiguos como en los más recientes o finales de esa etapa. La cantidad de enclaves rupestres que podemos encontrar en la provincia de Cádiz, hace de nuestra provincia un referente de estudio e investigación. Nos tenemos que trasladar más de cien años atrás, a principios del siglo XX con investigadores como el Coronel Verner, J. Cabré, el abate Henri Breuil y M.C. Burkitt. Estos dos últimos incluso recorrerían casi toda la península ibérica en busca de enclaves con arte pictórico, además de centrarse en los enclaves de la provincia de Cádiz.
El descubrimiento de las cuatro cavidades de Chinchilla se publicó en 1929, en el libro referente del arte esquemático del extremo sur peninsular Rock paintings of southern Andalusia: a description of a neolithic and copper age art group, de abate Henri Breuil y M.C. Burkitt con la colaboración de Sir Montagu Pollock. Allí ya se estudian algunos de los enclaves de Jimena de la Frontera, como Risco del Tajo Gordo, Chorreón del Salado, Rancho de Valdechuelo o el conjunto de Chinchilla.
El potencial arqueológico de Jimena no solo se centra en los numerosos enclaves rupestres que se diseminan por su término, sino que además cuenta con importantes vestigios de origen romano, como los primeros restos del municipio, la antigua OBA, incluso algunos autores como Vargas-Machuca hablan de un posible origen fenicio o tartésico, pero como este autor refiere, son simples noticias y leyendas que aún no están confirmadas históricamente.
El conjunto rupestre de Chinchilla se sitúa en el cerro que corre desde el castillo de Jimena de la Frontera hasta llegar al río Hozgarganta, y situadas en un punto medio del pequeño valle que separa los dos farallones rocosos se localizan esta serie de oquedades, que están dentro de los límites del Parque Natural de los Alcornocales. De ellas, solo las marcadas como Chichilla I y II conservan actualmente las pinturas rupestres. En las otras dos cavidades III-IV solo se aprecian algunos trazos y restos de pigmentos muy desvaídos.
Empezamos por el enclave de Chinchilla I, que lo podríamos considerar un abrigo de tamaño mediano, cuya boca de acceso se abre en una pared casi vertical y situada a una altura de casi dos metros del nivel del suelo más próximo, pues la zona del farallón está formada por bancadas escalonadas. Con unas dimensiones de aproximadamente 3,60 metros de ancho de boca, por unos 2,50 metros de altura medio en el exterior, que define el perímetro de la boca de acceso, la profundidad en el punto más profundo de este abrigo es de 2,20 metros. Está orientada hacia el Oeste y a una altura de 138 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.). Desde este enclave se tiene una visual de parte de la cuenca del río Hozgarganta. Fue descubierta por Henri Breuil y M.C. Burkitt, y publicada en su libro, nombrándola como la situada más baja de todo el conjunto, refiriéndose a la ubicada a menor altura que las restantes cavidades del conjunto.
A este enclave de Chichilla I el matrimonio Topper también hizo referencia en su libro publicado en 1988 El arte rupestre de la provincia de Cádiz. Al igual que el investigador Lothar Bergmann que localizó varias nuevas figuras en este abrigo publicadas en su trabajo de 1995 Arte rupestre del Campo de Gibraltar: Nuevos descubrimientos (IECG). En esta cavidad lo que predomina principalmente son puntuaciones en varios paneles, algunas formando agrupaciones sin ninguna figura aparentemente, algunas con formaciones pareadas, e incluso pequeñas agrupaciones de pocos puntos.
El estado de conservación de estas puntuaciones es bueno, sobre todo en el panel principal de la nube de puntos, siendo visibles a simple vista sin tener que aplicar ningún tratamiento digital del tipo "Dstretch". En un panel situado a la izquierda del panel de puntos principal, se localizan varios motivos antropomorfos, dos con los brazos levantados, del tipo "Y", además de una figura antropomorfa del tipo cruciforme. Estas figuras son las que tanto Breuil como Topper llegaron a ver, pero Lothar Bergmann localizó en la parte izquierda de la cavidad, en una pequeña oquedad, un motivo tectiforme y próximo a este, una figura de un antropomorfo con lanza, algo muy diferente por estilo con respecto de los antropomorfos conocidos de la zona.
Completando estos paneles pintados, se localizan muchos restos de trazos sin identificar por la mala conservación del pigmento utilizado. Incluso en los textos de H. Breuil ya se hace referencia a la debilidad de las pinturas. Todos los motivos que se representaron en esta cavidad se realizaron con pigmento de color rojo. Actualmente, excepto las puntuaciones del panel principal formado por la nube de puntos que se observan a simple vista, en el resto es necesario aplicar algún software de tratamiento digital para poder resaltar el color rojo. Esta cavidad no presenta señales antrópicas, debido a su ubicación, que aunque conocida tanto por los lugareños como por personas interesadas, conlleva algún tipo de riesgo al acceder a ella.
Siguiendo con el sentido de la numeración aplicada, paso a describir la cavidad conocida como Chinchilla II. Con un acceso muy complicado, y próximo a la cavidad de Chinchilla I, ubicada a una altura sobre el nivel del mar de 141 metros, se sitúa este enclave a más de 4,00 metros del suelo. Con unas dimensiones de casi 4,50 metros en el punto más ancho de la boca de acceso, una altura máxima en su interior de 1,50 metros, y con 1,20 metros en el punto más profundo. El suelo de la cavidad está muy inclinado, siendo muy complicado permanecer de pie. Con una orientación de su boca hacia el Oeste muy similar al de Chinchilla I, cuenta con una visión aún más completa de la zona de la cuenca del río Hozgarganta, además de la zona alta del farallón rocoso que se encuentra justo en frente al otro lado del pequeño valle de Chinchilla. También fue descubierta y dada a conocer por H. Breuil y M.C. Burkitt (1929), además de estar recogida en el libro del matrimonio Topper (1988).
Al igual que en la cavidad anterior, la temática principal es la de las puntuaciones, localizándose paneles de puntos, con formaciones de nubes sin forma, y un par de paneles con puntuaciones pareadas con un sentido geométrico. Como panel principal de esta cavidad, destaca el formado por un cérvido y varios antropomorfos; el primero justo debajo del cérvido aunque está muy desvaído, el segundo porta un arco entre sus manos, en posición de disparo. Esta figura humana esquematizada no se realizó con muchos detalles, aunque esta escena de caza tiene gran relevancia, ya no solo por el significado implícito de la misma, sino por el conjunto de las dos figuras, el antropomorfo armado y el ciervo que aparece justo delante de él.
Hay que destacar como sobre la parte superior del cérvido se observan varios trazos a modo de flechas que parecen estar clavados sobre el animal y a diferencia de la figura del cazador, el ciervo estilísticamente está bien ejecutado, incluso observándose el buen acabado de los bordes de esta figura, con el perfecto trazado de la cornamenta, donde se pueden contar las puntas de las cuernas, formadas por cinco trazos perpendiculares al eje principal de la cornamenta, además de las extremidades perfectamente definidas. En este caso podríamos hablar de una figura seminaturalista (definido así por Pilar Acosta), diferenciándose del resto de figuras con un estilo puramente esquemático. Para ejecutar este motivo el autor utilizó un pincel fino.
Estos motivos están bien conservados pudiéndose ver a simple vista, aunque han perdido parte de la intensidad de su tonalidad. No obstante, en el panel de la escena de caza se aprecia un velo de calcita que cruza por el medio la misma, producido por un continuo paso de agua en épocas húmedas, produciendo en otras zonas de la pared de la cavidad pequeños desconchones a causa de la erosión, además de observarse varias manchas de pintura de origen antrópico de un color verdoso, que fueron descubiertas en 1978.
Para acabar con este conjunto pictórico, nos referimos a las cavidades de Chinchilla III-IV, que en la actualidad no conservan las pinturas que se representaron en ellas salvo restos de pigmentos.
Chinchilla III es una pequeña cavidad de reducidas dimensiones, aproximadamente 1,50 metros de ancho en su boca de acceso, una altura en su punto máximo de 0,80 metros y una profundidad de unos escasos 70 centímetros. El acceso a esta cavidad es muy complicado, por no decir imposible si no se utilizan medios para la escalada. Con una orientación al igual que el resto hacia el Oeste, solo cuenta con un motivo, situado a la izquierda de la boca de acceso. Este antropomorfo esquemático es del tipo cruciforme, aunque de unas dimensiones bastante grandes. Prácticamente está desaparecido por la pérdida casi total del pigmento. Por ultimo, la cavidad de Chinchilla IV, que fue nombrada por H. Breuil y M.C. Burkitt, y donde localizaron tres figuras formadas por trazos verticales y horizontales, que no fueron vistas por el matrimonio Topper. En la actualidad no se reconocen estas pinturas, posiblemente han desaparecido con el paso del tiempo.
Este conjunto de cuatro cavidades no cuenta con un estudio actualizado de investigación, pues los únicos trabajos serios son los realizados por H.Breuil y M.C. Burkitt en su publicación de 1929, así como los realizados por el matrimonio Topper en la publicación de 1988. Hasta la actualidad no se ha realizado ningún estudio serio de investigación para la actualización de las grafías que aún se conservan y posibles nuevos motivos que podrían salir a la luz con las nuevas tecnologías. Debido a la dificultad de acceso a las cuatro cavidades del conjunto de Chinchilla, esto hace que indirectamente estén protegidas ante posibles actos vandálicos.
Tenemos que ser conscientes de que este patrimonio es muy frágil y se encuentra en grave peligro, siendo las autoridades las responsables de realizar las actuaciones necesarias para su protección y conservación. Independientemente a las responsabilidades de las administraciones, la mejor protección que puede existir es la mentalización de las personas para poder así evitar el vandalismo, a veces consciente o inconsciente por el desconocimiento de lo que en algunos abrigos se encuentra representado. Este concepto de mentalizar parte desde la base, como en las escuelas, institutos y la divulgación general de nuestro patrimonio. No se debe esconder este patrimonio cultural sino todo lo contrario, involucrar a las personas y concienciar de que todo este arte pictórico es una herencia de nuestros antepasados, que debe prevalecer en el tiempo y nosotros somos los responsables de que esto ocurra. Sería muy importante tanto como necesario el poder incluir el arte prehistórico del Extremo Sur Peninsular bajo el amparo y protección de la Unesco.
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Hugo Alberto Mira Perales. Asociación Cultural La Trocha y Sección Segunda del Instituto de Estudios Campogibraltareños.
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