--
El virus de la desinformación causada por silencios interesados o por mezquinas falsedades
Aunque de manera diferente al trabajo que desarrollan los médicos, los enfermeros, los fabricantes de material sanitario, los policías, los soldados o los repartidores de alimentos, en estos momentos el trabajo de los periodistas alcanza un valor singular. No tengo la menor duda de que, situados como están en la primera línea de esta lucha común, son conscientes de que cumplen un deber ético inexcusable y un imprescindible servicio social. En estas circunstancias en las que tropiezan con mayores dificultades laborales, estos profesionales -a veces en una condiciones precarias- nos están proporcionando una información necesaria para que los demás ciudadanos conozcamos la complejidad de los problemas que esta pandemia está generando, y para que podamos orientarnos en las medidas que hemos de adoptar para paliar, en lo posible, sus peores consecuencias como serían el descontrol emocional o el temor al contacto social –el riesgo es el contacto físico no el social-. En esta dramática situación uno de los peligros más graves sería la desinformación causada por silencios interesados o por mezquinas falsedades. Tengamos en cuenta que la actual facilidad de conexión electrónica puede propiciar múltiples ocasiones para difundir esos bulos más peligrosos, dañinos y mortales que la misma pandemia del Coronavirus.
En estos momentos valoro la importancia de la misión de los periodistas, esos profesionales que son los agentes de un servicio público de primera necesidad. De manera parecida a los demás trabajadores que combaten para vencer al Coronavirus, los periodistas, a veces a costa de su salud, luchan para garantizar nuestro derecho ciudadano a conocer la verdad, y estimulan nuestra conciencia ciudadana para mantener la cohesión social, la defensa de la democracia y la solidaridad con los más desfavorecidos.
Permítanme que aplauda de una manera especial a aquellos periodistas que, a pesar del contagioso nerviosismo que a todos nos domina, mantienen la frialdad, el rigor y la objetividad para contar, analizar y criticar los aciertos y los errores de los responsables políticos y de los profesionales de la salud, de los servicios sanitarios, de la justicia y del orden público. Comprendo que, siempre que lo hagan de manera controlada, se refieran a los ecos emotivos que estos “graves e incontrolables acontecimientos” despiertan en todos nosotros, pero a condición de que eviten echar más leña a un fuego que de por sí es devastador. Gracias, queridos amigos periodistas, por vuestra información detallada, gracias por vuestros análisis agudos, gracias por vuestras recomendaciones oportunas y gracias por esa contención emocional mantenida dentro de los límites de la elegancia.
4 comentarios:
Un buen artículo. Quiero recalcar de él, lo siguiente.
" En esta dramática situación uno de los peligros más graves sería la desinformación causada por silencios interesados o por mezquinas falsedades"
En las democracias, tanto daño hacen la desinformación como las informaciones falsas. Ante esta gangrena democrática, el único antibiótico que existe es la transparencia, es decir: la información veraz y proveniente desde la misma autoridad.
El centrar la información en la repetición de las palabras y datos que aportan gobierno, administraciones y organismos no es hacer periodismo. Es pregonar las mentiras en beneficio del poder.
Para ser un verdadero periodista es necesario tener un sentido crítico que cuestione cualquier información, cualquier dato. Añadiendo una investigación clarificadora que saque a la luz la verdad.
Y eso, para beneficio de los compradores de medios, es lo que está ocurriendo. Desgraciadamente no hay información. Y debemos preguntarnos, a quién interesa?
Completamente de acuerdo y acertado el artículo, yo diría con la sabiduría de siempre
EL primer comentario penoso, la información de la autoridad no ha sido siempre, por decirlo de alguna manera, transparente a lo largo de nuestra domocracia
Una cosa son los bulos y falsedades y otra el ser crítico, además ligado a los derechos fundamentales, como lo es la libertad de expresión
Es un derecho básico de la democracia, una cosa son las falsedades o los imcumplientos y otra la libertad de ser críticos, desde una postura conservadora o progresista, en mi opinión tenemos que cuidarnos de los extremos
Para eso ha servido la politica de partidos y religiones. Para dividir,dividir y dividir. Ahora entiendo el caos a nivel mundial, la falta de organizacion y todo porque no somos capaces de entendernos. A veces tengo la sensacion que todo es a cosa hecha.
Publicar un comentario