Luís Alberto Fernández Piña ha publicado este relato en la sección de narrativa del núm. 38 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y dirige el profesor José Antonio Hernández Guerrero.
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AMANDO DESDE LA DISTANCIA
Amamos a pesar de la distancia y el tiempo, a pesar de las adversidades que se interponen entre nosotros y que nos alejan como a dos amantes condenados a un destierro obligatorio. Marcho por caminos desconocidos e inseguros que llevarán forzosamente a separarnos, y que quizás nos distancien para siempre; qué incierto es el futuro, qué insegura es esta vida disfrazada de azar, qué frágiles son los sentimientos cuando se muestran al inquebrantable destino y este decide cambiar el rumbo de lo que ya antes había escrito, diseñando un nuevo camino para jugar y distanciar un poco más a esos amantes perdidos, desde hace tiempo, en los juegos ajenos y caprichosos del amor. Arderá eternamente, te lo aseguro, la llama que iluminó este corazón pretendiente, este pequeño músculo que no cesa en su empeño por dar vida, este sentimiento que siempre ha permanecido petrificado y que tú, con tu belleza, con tu mirada, con tu sonrisa… ¡con todo tu ser!, sacaste de la profunda obstinación subjetiva, de su eterna sinrazón; y quedará en él una presencia especial sellada como tizne imborrable, para la eternidad. A veces tengo ganas de gritar tu nombre, de llorar desconsoladamente y llenar ríos con esta tristeza que no deja de atormentarme, de hablar sin detenerme para que te llegue aunque sea la mitad de las palabras, un mínimo mensaje de lo que digo; pero, me detengo y me abstengo de satisfacer esos impulsos innecesarios, esas efímeras banalidades; y me quedo, tan solo, con una breve expresión que reúne todo lo que he sentido, siento, y sentiré por ti: ¡te quiero!
Amamos a pesar de la distancia y el tiempo, a pesar de las adversidades que se interponen entre nosotros y que nos alejan como a dos amantes condenados a un destierro obligatorio. Marcho por caminos desconocidos e inseguros que llevarán forzosamente a separarnos, y que quizás nos distancien para siempre; qué incierto es el futuro, qué insegura es esta vida disfrazada de azar, qué frágiles son los sentimientos cuando se muestran al inquebrantable destino y este decide cambiar el rumbo de lo que ya antes había escrito, diseñando un nuevo camino para jugar y distanciar un poco más a esos amantes perdidos, desde hace tiempo, en los juegos ajenos y caprichosos del amor. Arderá eternamente, te lo aseguro, la llama que iluminó este corazón pretendiente, este pequeño músculo que no cesa en su empeño por dar vida, este sentimiento que siempre ha permanecido petrificado y que tú, con tu belleza, con tu mirada, con tu sonrisa… ¡con todo tu ser!, sacaste de la profunda obstinación subjetiva, de su eterna sinrazón; y quedará en él una presencia especial sellada como tizne imborrable, para la eternidad. A veces tengo ganas de gritar tu nombre, de llorar desconsoladamente y llenar ríos con esta tristeza que no deja de atormentarme, de hablar sin detenerme para que te llegue aunque sea la mitad de las palabras, un mínimo mensaje de lo que digo; pero, me detengo y me abstengo de satisfacer esos impulsos innecesarios, esas efímeras banalidades; y me quedo, tan solo, con una breve expresión que reúne todo lo que he sentido, siento, y sentiré por ti: ¡te quiero!
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