LÁGRIMAS DE BARRO
Bajo el cielo grisáceo y con los pies embarrados, recordó los ratos durante los cuales los rayos del sol le azotaban el rostro y su risa volaba al son del columpio que la mecía.
Bajo el cielo grisáceo y con los pies embarrados, recordó los ratos durante los cuales los rayos del sol le azotaban el rostro y su risa volaba al son del columpio que la mecía.
Se acordó entonces de cuánto le gustaba dar volteretas, especialmente si era para competir con su hermano. Rememoró también aquellos otros juegos a los que con frecuencia se unía su pequeña muñeca, que había sido suya y de nadie más, pero que ahora no estaba. Siempre la añoraría. Antes de que las primeras gotas de lluvia se mezclasen con las gotas de sus ojos, evocó el dulce aroma a chamiat que se apoderaba de la rústica cocina todos los fines de semana. En la tierra extranjera ya no era una niña. Tampoco una humana. Ella solo era una refugiada.
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1 comentario:
Aprovechando esta publicación, comparto con los lectores un breve artículo mío de opinión que quise dar a conocer en este medio y que, lamentablemente, fue rechazado por ser anónimo. Si quieren ustedes leerlo, aquí el enlace:
https://lamangostaandaluza.wixsite.com/misitio/post/el-sueño-de-unos-y-de-otros
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