El sábado pasado un Encuentro de Antiguos Alumnos del Instituto de Jimena, reunió en el restaurante Cuenca a más de un centenar de personas, para disfrutar de un almuerzo juntos y de música de baile.
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*** 4 Álbumes de fotos
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Todo comenzó el año pasado cuando la sampableña Cristina Rubio antigua alumna del instituto, se encontró en la Feria de Málaga con el también profesor del centro de aquella época Alfonso Martínez Foronda -Leer noticia- .
Finalmente el sábado pasado acudieron al evento, al que asistió el alcalde de Jimena Fran Gómez, otros profesores como María Jesús Hidalgo Patino, Antonio Yerga, Cristóbal Gómez
Castilla, María Calderón, Antonio César, Ignacio Aguilar y Javier Buzón, junto a algunas promociones de alumnos desde la segunda mitad de los setenta a la segunda mitad de los años ochenta, de Jimena, Estación, Tesorillo, San Pablo, Castellar y Gaucín. Desde cuando el instituto de Jimena era una extensión del Instituto Isla Verde de Algeciras, hasta el actual Instituto de Enseñanza Secundaria Hozgarganta.
El encuentro acercó a muchos alumnos y profesores, comenzando por la mañana con una visita al Castillo de Jimena guiada por Eduardo Navarro, y un almuerzo que se convirtió en una fran fiesta llena de alegría, animada por la música de Gato Negro, y que se prolongó hasta las 3 de la madrugada. Quedando en el aire muchas ganas de volverlo a repetir en los próximos años, y el deseo de que la próxima ocasión acudan más, porque a muchos se les echó de menos.
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Foronda y Cristina Rubio bailando en la fiesta. |
Queridos amigos y amigas:
Antes que nada, gracias. Gracias por vuestra participación, hayáis ido o no al encuentro. Os aseguro que fui feliz desde que empecé a abrazaros en el desayuno para la subida al castillo. Vaya por delante mi agradecimiento a Eduardo por su buen hacer, por su sensibilidad para preservar nuestro patrimonio histórico. Y, desde luego, a todos ustedes, los verdaderos protagonistas.
El placer de veros tan jóvenes, tan amables y, sobre todo, tan agradecidos. Como lo estoy yo con cada uno y una de vosotros y de vosotras. Por un día prolongasteis mi vida y mi salud; por un día fuisteis más que antiguos alumnos y alumnas, porque erais amigos y amigas porque, como dijera Ramón de Campoamor, la amistad es un amor que no se comunica solo por los sentidos.
Antes que nada, gracias. Gracias por vuestra participación, hayáis ido o no al encuentro. Os aseguro que fui feliz desde que empecé a abrazaros en el desayuno para la subida al castillo. Vaya por delante mi agradecimiento a Eduardo por su buen hacer, por su sensibilidad para preservar nuestro patrimonio histórico. Y, desde luego, a todos ustedes, los verdaderos protagonistas.
El placer de veros tan jóvenes, tan amables y, sobre todo, tan agradecidos. Como lo estoy yo con cada uno y una de vosotros y de vosotras. Por un día prolongasteis mi vida y mi salud; por un día fuisteis más que antiguos alumnos y alumnas, porque erais amigos y amigas porque, como dijera Ramón de Campoamor, la amistad es un amor que no se comunica solo por los sentidos.
Ya sabéis que no siempre hacemos lo que queremos, pero a veces, como ese día, su cumplió un viejo anhelo: reencontrarme con quienes di una parte importante de mi vida. Lo habéis resarcido con creces. Sentir vuestros abrazos y vuestro cariño es mucho más de lo que merezco. Además la felicidad cuesta tan poco… Pero viendo vuestros ojos brillantes mientras vuestros cuerpos eran una danza en el viento cuando se estrechaban entre sí, era un placer indescriptible. Veros felices, al fin y al cabo, es el mejor regalo que podía hacerme. Y me regalasteis horas inolvidables porque el secreto de la dicha reside, ya sabéis, más bien en darla que en esperarla.
Han pasado muchos inviernos, esos que nos acartonan el alma, pero han llegado también muchas primaveras, ésas que entierran el óxido del invierno. Cuando uno sabe que las certezas son tan pocas, me gustaría deciros algunas que se quedaron entre los almohadones de la esperanza y que no pude deciros esa noche: que es más importante lo que un maestro es, que lo que enseña; que no somos todavía adultos, sino niños inflados por la edad; que no dejemos de soñar, porque un hombre es un dios cuando sueña, pero un mendigo cuando piensa; que lo mejor de la vida es el presente, el pasado y el futuro; que hoy es siempre todavía y que la vida, cuando más vacía, más pesa. Y recordad siempre esto: que siempre recibe más el que más da y no el que más tiene.
Gracias de corazón por ser como sois, por vuestra generosidad, por vuestra amabilidad, por vuestra sensibilidad. Os llevaré, siempre, en mi corazón. Y, seguro, que no será la última.
Un beso y un abrazo abierto y sincero de quien es vuestro amigo.
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