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RELATAR mi inicial viaje de chiquillo desde Jimena a Castellar para asistir a la primera novillada que contemplé, transcurrida curiosamente en el interior de su Castillo fortaleza, me obligó, previamente a su relato, a tener que repasar la historia de este noble pueblo, para, a la vez que contribuía con precisión a recuperar la memoria de mi infa"cia, situar cada pieza recordada exactamente en el casillero que le correspondía en el tablero, acorde con el rigor necesario para hacerla cuadrar. Y la verdad es que aparte de evocar lo que de interesante y rico guarda su pretérito, me sirvió para ratificarme que sus huellas gratamente me sonaban paralelas a las de Jimena, con leves matizaciones diferenciales.
Después de esa inaugural visita, sucedida en agosto de 1960, y sobre todo comparándola con otra estancia fugaz que durante mi etapa de estudiante universitario efectué a principios de los años setenta, fui haciéndome idea de los profundos cambios y transformaciones que se iban operando entre los pobladores de este municipio..........
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