jueves, 1 de septiembre de 2016

"La Novena que viví", por Ignacio Trillo

Una imagen de la Novena en 1.944.
PROGRAMA DE LA NOVENA 2016, Estación de Jimena, del 1 al 4 de septiembre 
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Este artíulo de Ignacio Trillo también ha sido publicado en el libreto de La Novena 2016.
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A muy pocos días de que se inicie una nueva edición de la Novena a la patrona de Jimena de la Frontera, Nuestra Señora la Reina de los Ángeles, me pide el alcalde, Pascual Collado, que realice una semblanza sobre cómo se vivía esta conmemoración en mi infancia. Con sumo placer y agradecimiento la realizo, más cuando mi madre, Isabel, mi abuelo, Bartolo, y la mitad de mi familia, nacieron en esta querida Barriada.
"La Novena que viví"

NO TODOS los actos religiosos de mi época tenían un contenido dramático. Lo que Miguel de Unamuno denominó: “el sentimiento trágico de la vida”, o la Biblia: el valle de lágrimas a que se nos condena en la Tierra para que con resignación entendamos el amargo paso por esta existencia, no era así para los niños en el transcurso de la Novena a nuestra patrona, La Reina de los Ángeles.

Tras la feria de agosto, aun nos quedaba como ocio para los privilegiados de aquel tiempo la semana anterior al primer domingo de septiembre; vísperas de iniciarse el curso escolar y colofón al período estival. También, para que después con aguante, nos pusiéramos las botas de agua y no podérnoslas quitar hasta el cuarenta de mayo, en aquellos años que si eran de abundantes lluvias.

También con la llegada de la Novena, caían las primeras hojas de algunos árboles. Y a esos niños, durante estos días se nos vestían de domingos y nos alegraba enormemente su llegada, notándose por tanto hasta en el textil.
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