lunes, 6 de junio de 2016

"El gafe por la feria de San Pablo de Buceite", por Cristóbal Moreno El Pipeta.

Por sevillanas en la caseta de feria a mediado de los 80.
AQUELLOS CHIQUILLOS - CUANDO LA DESGRACIA NO MUERE SOLA
(ANTIGUA SUPERSTICIÓN O MAL AGÜERO SOBRE LA FERIA DE SAN PEDRO, EN SAN PABLO DE BUCEITE)
Escrito el 15-06-1.983 en Guadiaro. Cádiz.
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EL GAFE POR LA FERIA DE SAN PEDRO
Desde hace muchos años, no se sabe cuántos, previos a la feria de San Pedro, los vecinos de San Pablo de Buceite se preguntaban qué calamidad pasaría antes o durante la feria del año que corría, e incluso se adelantaban ya a lo que pudiera ocurrir al año siguiente (Ejemplo: “En este año ha ocurrido ésto, Dios nos guarde del próximo año”).


Era temor popular, debido a que cada año y antes de dicha feria siempre ocurría algún mal irremediable. Todavía hoy los más mayores pensamos en ese supersticioso vaticinio y, al igual que ocurría con nuestros padres y abuelos siempre nos tememos lo peor.

Calle Real a finales de los setenta.
En la actualidad no tanto, y tocaremos madera, pues parece ser que con los tiempos modernos -al igual que con la dictadura- el mal se ha ido esfumando -o la psicosis-, ya que antes, cualquier hecho ocurrido próximo a junio era achacado a esa fatalidad que se esperaba en vísperas de la feria de San Pedro en San Pablo de Buceite. Hoy lo vemos en todos los periódicos, partes o telediarios, como hechos, naturales o accidentales que ocurren todos los días en cualquier parte del país y del mundo. Estamos saturados de tantos y variados casos que, casi creemos estar inmunizados y solo nos afecta dolorosamente cuando nos toca de cerca.

Antes, las noticias corrían menos y en menor cantidad; lo cercano, tan próximo (por la pequeñez del pueblo-aldea y los sufrimientos de la guerra) parecía que hería mucho más y las personas (parece mentira) aparentaban ser mucho más sensibles, pues ahora, la sociedad, posiblemente embrutecidos por la televisión y los juegos electrónicos violentos, parecen más inmunes a los sentimientos (a los estados afectivos del ánimo).

Romería en el cortijo la Fábrica las Bombas de los primeros ochenta.
Deambulaba por ahí un poema mio (ya olvidado), que con el pasar de los años y los hechos, se iba ampliando. Para dar alguna fecha de comienzo a los malos presagios de por “San Pedro”, comenzaba recordando un accidente de ferrocarril en el Perlo (el 27-01-1941), continuaba con un hecho acaecido en nuestro pueblo (entre 1.950-1.960): la muerte de un chiquillo en vísperas de feria al intentar pasearse agarrado a las barandas de un camión. Éste chiquillo, que vivía en la esquina de la calle Llana con calle Jimena, era  hijo de María García, aquella buena mujer. Desde que su hijo murió siempre vistió de luto; sus hermanos, Antonio y Miguel (creo que podía haber un tercero), desde entonces, cuando se les preguntaba, con mucho pesar y lágrimas en los ojos solían contar el fatal desenlace.

Fueron muchos los infortunios ocurridos en las proximidades al mes de junio -la feria- , sin embargo, los chicos que por desgracia les siguieron, como el anterior caso, el pueblo los vivió y sintió más que como vecinos, como si de familiares se trataran: el de Matías Moreno en la finca “La Palometa”, que es la que está nada más pasar la garganta Pulga por el carril que lleva a “La Lapa” y que se ahogó en el canalillo que pasa por delante de la casa; y el del mudo, Trujillo, que se ahogó en el rio Guadiaro, en la curva que hay por debajo del puente al lado de “El Cortijillo”. Fueron casos muy sentidos y llorados, al tratarse de chiquillos.

El poema, en lo que se recuerda, más o menos decía así:

CUANDO LA DESGRACIA NO MUERE

Veintisiete de enero, del mil novecientos...
corriendo el hambre, del año cuarenta y uno,
que bien empieza..., pintando de blanco al Perlo
y de roja sangre, a los trenes y a los obreros.

Que más desdicha sucesivas los años traen
que ni uno antes, de los meses de junio, han parado
desde el treinta y seis hasta el sesenta y uno
han sido tantos que ya hasta se han olvidado.

“Hermanos pelearon a sangre
vertiéndolas roja unos
azules gotas los otros
y después peleó el hambre”.

¿Quién lanzó el conjuro de San Pedro y San Pablo?
¿Qué hechicero juró contra el inocente pueblo:
y sus muertos no dejan descansar a los vivos,
tan ni siquiera jugar seguro a sus chiquillos?
Mientras que los mayores entre llantos rezaban:

Aquél chiquillo volaba
Aquél chiquillo corría
Aquél chiquillo encantaba
Aquél chiquillo entretenía

Era un chiquillo como todos los chiquillos:

Con ocho años contaba
Con ocho años vivía
Con todos ellos jugaba
Con todos ellos volvía

Sus padres, martirizados padres, sufrían y sufrían:

“El amor de madre le envolvía
Y por su ángel era cuidado
El cariño del padre le protegía
Y por su ángel fue descuidado”.

La fatalidad no entendía de fin ni de alegrías:

Y de un camión al suelo caía
Era por feria de San Pedro
Era el hijo de María García
Cumpliose aquel mal agüero:

Del pueblo, por la feria de San Pablo y San Pedro:

En junio de todos los años
Era la superstición que había
Ya desde muy antaño
Dando fin a la alegría

¿Qué hacer con esos sortilegios detractores
que son complot, magia y conjuras del destino,
que venían siendo malignamente acertadores
acechando contra los más débiles en su tino?:

¡Llorar...?. ¡¿Y cuando no muere la desgracia? ¡¡... llorar...!!:

Al igual que ocurrió otro día
con el niño de Matías,
que siendo aún muy chaval
se ahogó en aguas del canal.

Ay!, malos augurios del futuro terrenal:

Eran chiquillos que soñaban:
con mundos que divisaban
con los años que vivirían
y nunca, con el día en que morían.

¡Ay!, augurios del futuro que no eran capaz de parar:

Era niño el pobre mudo
cuando el rio se lo tragaba
no dejándole oír al mundo,
Trujillo se apellidaba.

¡Válgame Dios!, y el Dios sordo no escuchaba:.

Uno cada año se llevaba,
fuera niño o adulto,
y al dolor no respetaba
ni a las lágrimas del luto.

Y ellos, ángeles, por nosotros velan los chavales:

¡Vete ya, naufragio de dolores misereres,
que nos faltan dedos y manos para contar,
extrae de nuestro sino tus pensamientos crueles,
para que el destino se vuelva al son del cantar
en el edén de nuestras fiestas y carnavales!...

¡Ten compasión Señor Dios!
Y el Dios ya escuchaba,
Trujillo desde los cielos,
hablando..., de orar no paraba.

¿En sucesivas ferias cesaron las desgracias?:

¡Por fin, no fueron sentidas!,
las que enumerar pudiera,
las muertes son todas vidas
que el más allá se llevara.

“Se cuenta aquí solo algunas de las conocidas,
como infortunios inesperados y violentos
y aunque todos hirieron corazones y lágrimas
enfermos uncidos vieron destinos polvorientos
para dar protagonismo negro al cruento”.

Siendo ya, energía del mundo:
¡espera, sangre de la tierra!,
a que todos nos volaticemos juntos
en el espacio infinito...

“Pues ellos, nosotros y los que vengan eran,
somos y seremos: luz eterna, divinos...”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque en esto del gafe
yo más bien no creo nada,
después de leer tu artículo
he querido recordarte,
que el día cinco de junio
del año cincuenta y cinco
en la fábrica de la luz,
en la central de El corchado,
por accidente de trabajo,
electrocutado, murió mi padre.
Y es que siempre por desgracia
suele haber algún hecho luctuoso,
lo mismo antes que después
de la feria o de cualquier fiesta.
Es, fue y siempre será así…la vida.
.
07.06.16
.
Antonio. -El niño del Corchado-

Cristóbal Moreno dijo...

Así que eres huérfano de padre ¡Cuánto lo habrás echado de menos, amigo, cuanto dolor...!. El gafe, que por entonces estaba creciendo, se cebó contigo, se cebó con tu familia, como con tantas otras después. Son tantos los casos que ocurrieron, hasta ir disipándose, y tan poco los que he reseñado, que el trabajo, después de escrito, me ha sabido a poco, por no haberlo documentado suficientemente. Es una pena, pero una pena muy triste para esos familiares que durante esos periodos anuales y cercanos al día de San Pedro perdieron a un ser querido; tan raramente puntual y doloroso que, hasta yo, que ya estoy curado de espanto, he llegado a creer firmemente de que esa maldición generacional fue echada realmente contra este pueblo. Así como creo igualmente -y ojalá no me equivoque- que su efecto maléfico se ha ido desintegrando hasta disiparse por completo, debido posiblemente a la propia desaparición del autor de la brujería.
Un saludo afectuoso,
Cristóbal Moreno.

Anónimo dijo...

.
No, no me he olvidado
de la fatídica fecha
en la que murió mi padre.
Fue el día once de junio
y no fue el día cinco.
Error que he cometido
y trato de corregirlo.
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Antonio. -El niño del Corchado-