"Una sociedad que no es exigente con sus dirigentes políticos es una sociedad sumisa", por Luís Alberto Fernández Piña

LA F. Piña vicepresidente de la JMD de San Pablo
un socialista muy autocrítico y renovador.

No me puedo quedar callado, aunque algun@s quisieran que lo hiciese. Formo parte de esta sociedad y como tal tengo derecho a participar en esta democracia (algunos la llaman "seudocracia" o "corrupcracia") y a opinar sobre ella, al igual que también tengo derecho a ser exigente con los políticos que nos representan. No quiero formar parte de una sociedad dormida. Una sociedad que no es exigente con sus dirigentes políticos es una sociedad sumisa, cómplice, a su vez, de la corrupción y los tejemanejes que se dan en su propio país por sus representantes.

 

Nuestra sociedad española debería ser más participativa en la política, y también nuestros dirigentes políticos tendrían que darnos la oportunidad de decidir entre todos, en determinadas ocasiones, a través de los referéndums y otras propuestas participativas. 

Se ha luchado durante muchas décadas para tener un país libre y democrático; han sido muchos los que se han dejado hasta la vida luchando por ese sueño, y ahora que lo tenemos en nuestras manos no podemos mirar hacia otro lado mientras otros, esos que están en las "altas esferas del poder", deciden por nosotros sin consultarnos a TODOS los ciudadanos.

Soy exigente con todos los partidos, pero lo soy aún más con aquellos que representan y defienden mis ideales. Lo soy con el PP, aunque no comparto ni de lejos los ideales de sus políticas; lo soy también con esos partidos "plurales" que han tenido tantos años de democracia para ganarse al electorado, pero que han estado mirando para otro lado sin dar un mensaje contundente y serio. Y lo soy más, y lo seré, con el partido que representa a los ciudadanos, el que representa a tantos miles de trabajadores: el PSOE.

El máximo representante actual del PSOE, Pedro Sánchez, es alguien que ha sido elegido democráticamente por sus afiliados, acto que valoro y respeto por su importancia dentro del partido. Pero siento decir que no estoy conforme con esto, porque cuando fueron a votar los afiliados socialistas nadie les explicó el perfil de los representantes que iban a votar: alguien que cobra 88.927 euros, por hacer oposición, está muy lejos de representar a los varios millones de parados que tenemos en España; alguien que tiene dos planes de pensiones privados está muy lejos de representar a tantos millones de españoles que confían en el sistema público y esperan a los 65 o 67 años para jubilarse (por cierto, él dice que defiende la jubilación a los 67 años, si estuviese de albañil o cogiendo naranjas con 60 años seguro que cambiaba de opinión); alguien que tiene 17.000 euros en acciones en Repsol y Red Eléctrica está muy lejos de representar a la persona que trabaja por un pequeño sueldo y que tiene dificultad de llegar a final de mes (criticaba a Cañete del PP por tener acciones en petroleras, y resulta que con el tiempo hemos sabido que él también tenía acciones sus acciones en grandes compañías). No me sirve la hipocresía en la política.

Tenemos que ser exigentes y pedir que nuestros políticos sean personas humildes, con los pies en la tierra, conocedoras de la realidad social, y sobre todo que sean capaces de realizar políticas sociales de verdad, hacerlas y aplicarlas con la contundencia que aplica el PP las suyas, siendo leales a los verdaderos ideales de la sociedad; no personas que ven la política como un negocio para enriquecerse personalmente. El partido de los obreros, el de los ciudadanos, el que fundó Pablo Iglesias allá por el año 1879, no tenía que haber caído nunca en manos de dirigentes que solo quieren ganar dinero y, para disimular ante la población, se dedican a hacer un poco de teatro para parecer que les interesamos. El partido tenía que haber estado siempre en manos de gente humilde, honrada, preparada, gente que no se aleja de la población por el sucio dinero.

Y ahora nos toca a nosotros decidir, de despertar de todos estos años de "sonambulismo democrático" que nos ha caracterizado en general a la sociedad española, y de reclamar lo que es nuestro: ¿somos exigentes y hacemos entre todos una democracia de calidad; o nos conformamos con votar cada cuatro años a todo aquel que nos pongan por delante sin importarnos su perfil, mirando hacia otro lado mientras tanto, y siendo conformistas con este país y esta política circense que nos representa?