José Regueira y José A. Hernández Guerrero. |
El escritor y profesor José Antonio Hernández Guerrero, primer cura de la parroquia sampableña, participó el pasado sábado en los actos del 50 Aniversario de la Iglesia de San Pablo Apóstol en San Pablo de Buceite.
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Gracias
–queridos amigos- por vuestra generosa, grata y estimulante acogida.Gracias por vuestra manera ejemplar de celebrar el cincuenta aniversario de la consagración del templo parroquial que supuso la ilusionada llegada a una meta largamente deseada y el cumplimiento gozoso de un intenso deseo compartido por vuestros mayores. Estoy convencido de que estos eventos servirán también de punto de partida de un camino –apasionante y empinado- que, juntos, hemos de recorrer.
En esta
fiesta hemos experimentado cuatro hondos sentimientos: de alegría, de
esperanza, de agradecimiento y de responsabilidad. Alegría al comprobar lo
mucho que, desde entonces, habéis crecido. Esperanza porque estoy convencido de
que seguiréis progresando apoyados en el ejemplo de tantos paisanos nuestros
que, con sus ilusiones, con sus trabajos, con su generosidad y, a veces, con
sus sufrimientos, han logrado que el templo sea una realidad que nosotros
disfrutamos. A todos ellos les decimos “gracias”. Éste es el significado hondo
de todos estos actos cuyo punto culminante fue la Eucaristía , la Misa –la acción de gracias-,
que el domingo presidió el señor Obispo.
Pero, en mi
opinión, estos actos deberían estimular en todos nosotros un sentimiento de
responsabilidad con el fin de lograr que administremos esta herencia y que
sigamos creciendo, mejorando y alcanzando nuevas metas.
Ya os dije
que estoy convencido de que el tiempo pasado sólo nos sirve para vivir de una
manera más intensa y más plena la vida presente. Nos aprovechamos de los hechos
pasados si somos capaces de convertirlos en semillas que hemos de plantar y de
cultivar con esmero para que se conviertan en árboles frondosos que nos den
frutos saludables y sabrosos. Para que nos alimenten y para que extraigamos
nuevas semillas que volvamos nuevamente a plantar.
Esta obra,
tan deseada, fue construida por todos vosotros, por eso podéis afirmar con toda
razón que es vuestra y que os puede servir de plataforma de identificación
colectiva. Este templo es un símbolo, un emblema en el que todos nos sentimos
representados. Este edificio es, en primer lugar, un monumento que nos sirve
para recordar a los seres queridos que aquí dejaron el testimonio, la prueba de
su amor a San Pablo, de su cariño a los sampableños y su fe confiada en un
futuro cada vez más humano. Cristóbal –“El Pipeta”- nos ha explicado con todo
lujo de detalles cómo estos muros se levantaron gracias a la generosidad de los
amigos que, aprovechando los portes de naranjas, traían piedras y arena del
río, y cómo Salvador Rubio traía el cemento a su regreso de Algeciras o de
Cádiz a donde llevaba la carga de frutas, y cómo Vargas fabricaba los ladrillos
ahí en la entrada del pueblo, y las puertas, las ventanas y los bancos los
hacía Luis, el carpintero.
En el
silencio de ese templo, muchos de vosotros, de vuestros padres o de vuestros
abuelos han rezado por vosotros y han pedido luz para descubrir, para
interpretar el significado de las cosas y el sentido de la vida. Desde aquí –me
decía Cristina el otro día- “se ven las cosas de otra manera”.
Bueno… lo
único que hoy pretendía deciros es que os recuerdo todos los días y que os
estoy muy agradecido. Por favor, os ruego que transmitáis mi agradecimiento a
vuestro párroco Joe Iduriayaras, a la coordinadora de los actos, Amalia Anaya,
a Guillermo Ruiz, a Cristóbal Moreno, a José María y a Cristóbal Lirios, a los
hermanos Álvarez, a Andrés Beffa, a Bernardo –el periodista que ha logrado que
nuestro pueblo sea conocido y reconocido en el mundo entero-, a Rueda, a los
niños que, durante la charla, estaban sentados en la primera fila, a las
“guapas muchachas” con las que me fotografié en la calle Real, a Cristina, a
sus hijas y a sus nietas, a…., por favor, escriban aquí los nombres de todos
los que asistieron y los de los que, por diferentes razones, no pudieron
acudir.
Gracias, muchas gracias. Hasta muy pronto.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
1 comentario:
Gracias por todo gran amigo.Gracias por ser una gran persona y un gran maestro de humanidad y literatura. Gracias por esa "picardía encubierta y generosa" de decirme las cosas. Por tenernos siempre presentes, hablarnos y querernos con ese (aún) acento de párroco de pueblo para que todos le entendamos y apreciemos su cariño. Es tanto lo que, en nombre de mi pueblo, quisiera decirle, que para ello debiera venir de vez en cuando y, de esa forma, poquito a poco, poder demostrarle el cariño que vamos recuperando sobre aquella persona que un día se nos fue y creíamos perdida. Gracias a Dios no ha sido así: de "golpe y porrazo" nos ha vuelto con ímpetu de joven, ¡y que joven, tiene para todos!
No se vaya otra vez para siempre. Queremos pasar con usted (como con aquellas iglesias), de una época a otra, de un mundo a otro, de una vida a otra.
Muchas gracias amigo y perdone mi modestia, ¡es que le veo tan alto!.
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