La sampableña Lina Vargas Lirio ha fallecido hoy en Estepona.
El entierro se celebrará mañana viernes en la iglesia de San Martín del Tesorillo a las 12 del mediodía.
El entierro se celebrará mañana viernes en la iglesia de San Martín del Tesorillo a las 12 del mediodía.
Descanse en Paz.
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OBITUARIO de Lina Vargas Lirio, por José Antonio Hernández Guerrero.
Aunque
no sólo los familiares más próximos sino también ella misma me había
explicado con detalles la gravedad e irreversibilidad de su delicada
dolencia, he de confesar que la noticia del fallecimiento de Lina me ha
causado un hondo dolor. Y es que esta mujer delicada, sencilla y
comprensiva, constituyó para muchos de nosotros un modelo ejemplar de
bondad. Con sus actitudes nobles y sin necesidad de emplear palabras,
nos ha explicado con claridad que la felicidad no consiste en acumular
objetos sino en vivir de acuerdo con las convicciones más íntimas.
Asumiendo el riesgo de que se interpreten mis palabras como esas fórmulas tópicas que se repiten en los obituarios, me permito afirmar que ha fallecido una mujer buena como hija, como esposa, como madre, como hermana y como amiga. En estos momentos en los que se premia los alardes y las ostentaciones, Lina, con la eficaz elocuencia de los hechos, nos ha enseñado la manera más discreta, más sencilla y más humana de interpretar la vida y de asumir la muerte.
Asumiendo el riesgo de que se interpreten mis palabras como esas fórmulas tópicas que se repiten en los obituarios, me permito afirmar que ha fallecido una mujer buena como hija, como esposa, como madre, como hermana y como amiga. En estos momentos en los que se premia los alardes y las ostentaciones, Lina, con la eficaz elocuencia de los hechos, nos ha enseñado la manera más discreta, más sencilla y más humana de interpretar la vida y de asumir la muerte.
Lina ha vivido la bondad mediante su manera cordial de tratar a todos los que la rodeaban y a través de su permanente actitud de servicio. Ahí residía, a mi juicio, la raíz de su capacidad de sufrimiento, expresada por el delicado cuidado con el que evitaba o suavizaba el dolor de los demás, y por el permanente afán de acompañar a su marido y a sus hijos en los momentos de alegrías compartidas y de dolores superados.
Ésta ha sido la razón por la que a nadie nos ha extrañado la ejemplar manera en la que Lina -mujer minuciosa y detallista, dotada de un exquisito tacto y de una delicada sensibilidad- ha vivido el doloroso proceso de su enfermedad. Sus actitudes han constituido para nosotros una estimulante enseñaza y un alentador aguijón que nos han hecho reflexionar sobre la vida y sobre la muerte, y su comportamiento nos ha ilustrado la ley del equilibrio y de la solidaridad de toda la naturaleza por la que los seres más fuertes soportan a los más débiles y los más buenos comparten los sufrimientos de los que lo somos menos.
Lina, efectivamente, nos ha demostrado que las verdaderas batallas de la vida humana se libran dentro de uno mismo: allí es donde podemos encontrar las armas para dominar el miedo, la tristeza, la ansiedad y la angustia. Pertrechada con su sencilla verdad de creyente, Lina ha sido una luchadora de la vida y una mujer esencialmente moderada y conciliadora. A su madre, a su esposo, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas y a los demás familiares, les transmitimos nuestra compañía y nuestro hondo pesar. Que descanse en paz.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
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