Para comprender y para administrar de manera responsable la fuerza polivalente del lenguaje, hemos de advertir la estrecha y determinante relación que guarda la palabra con todos los poderes, con cualquier poder. Esa capacidad, nada banal, de nombrar y de administrar lo que acaece, es cada vez más, en las sociedades democráticas, poder del discurso y por lo tanto poder sobre el discurso. Sólo el que tiene poder de decir (poder de dar significación a lo que aparece) tiene el poder sobre el decir de los otros. Y como el discurso racional que define el valor social de lo que acontece sólo puede apelar al asentimiento y a la obediencia si es escuchado, el poder -todo poder- precisa que su discurso sea transmitido y comprendido por los sujetos a los que se dirige. De aquí, la dependencia recíproca y obligada (y por ello no siempre pacífica) entre el poder y los medios de información. De aquí la necesidad de mejorar nuestras capacidades comunicativas y nuestras destrezas críticas.
-
*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático
de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club
de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista
-
-literaturasdelaposmodernidad.blogspot.com
-
-literaturasdelaposmodernidad.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario