Por José Antonio Hernández Guerrero.
La palabra “enfermo” deriva del término latino compuesto in- firmus: firmus –significa firme, sólido, estable, resistente, fuerte. In- es un prefijo de negación. Infirmus, por o tanto, es “no firme”-, y servía para indicar a las personas que eran incapaces de mantenerse firmes, levantadas, activas, de pie. Está infirmus quien, por padecer alguna dolencia grave, se ve obligado a permanecer tumbado, acostado, postrado en cama.
Este significado han conservado, hasta nuestros días, tanto la palabra italiana “infermo” como la castellana enfermo, y sus derivados enfermedad, enfermería (de infirmarium), enfermar, enfermera o enfermizo. Pero, el infirmus latino se aplicaba también a las personas débiles o endebles que, auque no padecieran dolencias físicas, tampoco eran capaces de mantenerse firmes.
Esta palabra latina ha experimentado en otros idiomas europeos modernos una evolución diferente. Ni el francés infirme ni el inglés (infirm) significan "enfermo", sino débil, achacoso, enfermizo, lisiado, inválido o impedido, y otro tanto sucede con infirmité e infirmity, que no deben confundirse con maladie e illness. Quizás nos resulte interesante recordar el origen de otra palabra estrechamente relacionada con “enfermo” como “firmamento".
El nombre que hoy damos al firmamento deriva de un error de traducción de la Biblia. Al comienzo del Génesis, en el relato de la Creación, leemos cómo Dios creó la luz e, inmediatamente, la bóveda celeste o firmamento, que en hebreo llamaron raqia (extensión). Los traductores de las Sagradas Escrituras al griego confundieron esta palabra hebrea con una palabra siríaca de grafía idéntica, pero que significaba "solidez", de modo que la tradujeron por stereoma (construcción sólida).
Cuando, en el siglo V, San Jerónimo realizó la traducción Vulgata de la Biblia, recurrió lógicamente al latín clásico firmus (firme, sólido, fuerte) para traducir esta palabra griega, y llamó firmamentum (lo que está firme, sirve de fundamento y de apoyo) a la bóveda celeste.
Del latín firmus derivan, como es fácil de imaginar, los verbos afirmar (de affirmare, "asegurar"), confirmar, “corroborar” y firmar (de firmare,"dar fuerza, afirmar"). La firma, como es sabido, es el nombre y los apellidos de una persona que se ponen al pie de un documento para darle fuerza; es decir, para proporcionarle autenticidad y para declarar que se aprueba su contenido. En otras ocasiones propondré algunos ejemplos –también solicitados por los mismos amigos- de términos pertenecientes a los campos de la Anatomía, de la Patología y de la Farmacología.
--Imagen: El enfermo imaginario, óleo del pintor realista francés Honoré Daumier, 1863.
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