viernes, 11 de febrero de 2011

"José Regueira Ramos, farmacéutico e historiador", por José Antonio Hernández Guerrero

Una de las personas que mejor encarnan el modelo tradicional del farmacéutico humano, humanitario y humanista es este gallego que, por decisión personal y por aclamación popular ha llegado a ser un jimenato cabal. Don José no sólo piensa, siente y actúa como un intelectual sino que, enriqueciendo nuestro pueblo con la eficacia de un trabajo profesional concienzudo, nos estimula con su elegancia discreta, con sus ilustradas conferencias y con la cordialidad de sus amenas conversaciones. A pesar de que ya han transcurrido cuarenta y seis años de nuestras enjundiosas entrevistas, no se ha difuminado el perfil de algunos episodios importantes que, protagonizados por él, están incrustados en mi memoria. En reencuentros recientes se han despertado los ecos emotivos de recuerdos gratos y he reencontrado con alegría la emoción de su rostro cuando, con modestia y con discreción, relataba sus éxitos profesionales, sus investigaciones históricas y, sobre todo, sus logros familiares.
Su vida o, mejor, sus vidas –intensas y dilatadas- constituyen diferentes maneras complementarias de responder a sus múltiples vocaciones. Como hombre reflexivo y apasionado, y como científico e historiador, satisface las exigencias de un profesional que encarna el modelo de farmacéutico, de escritor, de conferenciante, de esposo, de padre y de abuelo. Su perfil biográfico constituye un mosaico de ricos tonos y de variados matices que están hábilmente entrelazados por los hilos sutiles de la cortesía y estrechamente unidos por los vasos comunicantes de la cordialidad: sus expresiones reflejan la solidez de su rico mundo interior.
Pertrechado con un equipaje de serena lealtad a sus orígenes y consagrado profesionalmente a la Farmacia, se mueve por el afán de ampliarnos los sentidos de la vida humana y de hacernos más inteligible y más disfrutable el mundo: "En realidad -como él afirma con lucidez- sólo me preocupa un único asunto: el drama humano". Observador de los paisajes, de los sucesos y de las personas, posee una mirada inteligente capaz de ahondar en el conocimiento del ser humano y, sobre todo, de comprenderse a sí mismo. Tiene una exquisita habilidad para crear momentos largos de grata conversación y de intensa amistad. Comprometido con la ciencia, con el arte, con la historia y con la vida, sabe mirar de frente a las realidades, disfrutar con gozo y con mesura los episodios festivos y estar a la altura de las circunstancias adversas: evidencia una eximia grandeza y una exquisita nobleza para pelear y para sufrir por la dignidad de la existencia humana.
-
***Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
-
*** Foto: Manuel Argumedo

No hay comentarios: