Según sus autores, la publicación de documentos en WikiLeaks (WikiFiltraciones o WikiFugas) tiene como fin denunciar los comportamientos perversos de algunos gobiernos y las prácticas totalitarias de las religiones y de las empresas que no respetan los derechos humanos. En estas últimas semanas se han aireado, por ejemplo, algunas actividades que los Estados Unidos han protagonizado en el exterior y, especialmente, en las guerras de Iraq y de Afganistán. Con objeto de no generar dudas sobre mi opinión, declaro, en primer lugar, que, a mi juicio, es saludable que se revelen las prácticas que atentan contra la dignidad de las personas o contra el honor de los colectivos, pero, de manera inmediata, también afirmo que esta denuncia no significa que acepte como principio absoluto el derecho de descubrir indiscriminadamente y con detalle los asuntos que se refieren al funcionamiento de las instituciones o a la vida de nuestros familiares, amigos o compañeros. La obligación de dar a conocer las injusticias no exime del deber de guardar los secretos.
---"Nosotros destapamos a los gobiernos". Imagen para fondo de escritorio de la página oficial de Wikileaks -
Pienso que es oportuno hacer estas afirmaciones porque, en la actualidad, se está perdiendo aquella convicción según la cual guardar los secretos constituye una virtud humana que, apoyada en la discreción y en la lealtad, nos defiende de los ataques despiadados de los que pueden aprovecharse para destruirnos profesional o moralmente. Todos sabemos que, por ejemplo, los profesionales de la medicina, han de guardar el secreto profesional.
Si es cierto que la palabra es la herramienta más eficaz de los políticos, también es verdad que es la más difícil de usar y que, cuando no la administran de manera adecuada, se convierte en un arma peligrosa para sus propios fines e intereses. En alguna ocasión ya he expresado mi convicción de que la prueba más contundente de que un ciudadano está dotado de la capacidad para gobernar es la evidencia de que posee la difícil virtud de la discreción -no el secretismo- que consiste, fundamentalmente, en la capacidad de gestionar las ideas, de manejar las emociones y, más concretamente, de distribuir oportunamente las presencias y las ausencias: para intervenir cuándo y cómo lo exige el guión. La discreción es una habilidad que, además de prudencia, sensatez y cordura, exige un elevado dominio de los resortes emotivos, un tino preciso para acertar en el lugar adecuado y un pulso seguro para calcular la medida exacta, sin escatimar los esfuerzos y sin desperdiciar las energías.
José Antonio Henández Guerrero. Escritor, articulista, catedrático de Teoría de la Literatura de la Universidad de Cádiz y director del Club de Letras de dicha Universidad. Autor de Retazos, su última obra de la que el editor José Regueira dice "algunos de estos Retazos creo que serán identificados por vecinos de de San Pablo y Jimena". Más información aquí: Presentado en Cádiz el libro Retazos de José A. Hernández
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