Rápidamente en todos los medios se publicó que el Ayuntamiento había llegado a un acuerdo con los propietarios para recuperar “La Casita de Campo”.
Desde IULVCA, no llegamos a entender que se pretende decir con recuperar y por ello hemos consultado el diccionario de la Academia de la Lengua (no poner Real, ha sido a propósito), con el siguiente resultado:
1. tr. Volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía. Imposible, La Casita de Campo nunca ha sido de los Tesorilleros.
2. tr. Volver a poner en servicio lo que ya estaba inservible. Esto podría ser pues el lamentable estado de abandono en que se encuentra la Casita y sus jardines, es manifiesto.
3. tr. Trabajar un determinado tiempo para compensar lo que no se había hecho por algún motivo. La verdad es que como decíamos en nuestro Mirador Publico de Agosto, ya se lleva con el tema una “jartá”, aunque de momento con muy pocos resultados, veremos a ver esta vez, si todo se queda en más fotos para la
galería.
4. tr. Aprobar una materia o parte de ella después de no haberla aprobado en una convocatoria anterior. No exactamente, ya se han aprobado que se sepa, dos convenios con este, el primero se ha esfumado y este la verdad nos huele a calabazas.
5. prnl. Dicho de una persona o de una cosa: Volver a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil. Esta definición se referiría más bien a la fase de restauración que algunos plantean. Alguien se ha parado a pensar lo que nos costaría.
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Si analizamos el tan cacareado acuerdo alcanzado a “tres bandas”, o mejor dicho, la escasa información de que disponemos sobre el mismo, entonces apaga y vámonos. Para nosotros solo se trata de castillos en el aire, o como se decía antiguamente, ¿quién cambia duros a peseta?.
Solo oír hablar de, reparcelación de la finca UE5SM, conseguir suelo para edificar, modificación puntual de las Normas Subsidiarias de Planeamiento Urbanístico de la finca El Mezquitón para construir 39 viviendas a cambio de ceder el 50% de su parte de los jardines y enajenación de este suelo para sufragar la restauración del edificio en cuestión, nos pone los pelos de punta, que trapicheos son estos. Con lo de enajenar ya nos volvemos locos, pues según el mismo diccionario
significa:
1. Pasar o transmitir a alguien el dominio de algo o algún otro derecho sobre ello.
2. Sacar a alguien fuera de sí, entorpecerle o turbarle el uso de la razón o de los
sentidos. El miedo lo enajenó. Enajenarse por la cólera. Se enajenó de sí.
3. Extasiar, embelesar, producir asombro o admiración.
4. Desposeerse, privarse de algo.
5. Apartarse del trato que se tenía con alguien, por haberse entibiado la relación de
amistad.
¿No sería más fácil decir vender?, lo que decíamos el cuento de la lechera.
Y ya que algunos están dispuestos a hablar de historia, habría que recordar que “La Casita de Campo” era una de las residencias de los Marqueses de Larios, familia que pasó por una etapa con una actividad marcadamente prestamista, que después se aprovechó del auge industrial y que finalmente se dedicó a las explotaciones agrícolas y mineras, que ponía y quitaba Alcaldes a su antojo. Todo un ejemplo de caciques, El odio que cosecharon entre la clase trabajadora, llegó a tal punto que cuando los obreros pudieron arrancaron la estatua que el Marques tenía en la capital malagueña y la sustituyeron por la imagen del trabajo.
Nos resulta cuando menos sorprendente, leer que “los tesorilleros tienen a La Casita de Campo en gran consideración por ser la “gran casa” donde vivían los dueños de las viviendas que habitaban y de las tierras que labraban”. Los que aún recuerden las historias de aquella “Andalucía de señoritos y jornaleros” en que los salarios eran bajos y los beneficios para los terratenientes altos, no creemos que lo vean así.
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