Leído en Diario de Jerez. Por su interés reproducimos esta noticia.
CARACOLES con poleo, caracoles con hinojo, caracoles con tomate, caracoles en salsa… Y todo en una terracita, rodeados de familiares y amigos, al caer la tarde en los días que anuncian el verano. Toda una tradición. Que si en tal bar te los ponen más picantes, más gordos, más limpios… La rumorología popular, el boca a boca, es esencial para escoger el sitio. Y allí, una vez elegido el establecimiento ganador en el ranking de comentarios, quedamos como cada año para celebrar el ritual de ir a tomar caracoles. Y es que ya estamos en plena temporada.
La recolección de caracoles (actividad helicícola) así como su cría intensiva e industrial (helicicultura) están íntimamente ligadas a las costumbres mediterráneas. España consume al año entre 10.000 y 12.000 toneladas de caracoles en sus distintas presentaciones, lo cual representa 250 a 300 gramos por persona al año. Francia, como primer consumidor, llega a las 70.000 toneladas al año, es decir, un kilogramo por persona al año.
Por su parte, en las comarcas andaluzas donde se concentra el consumo, como en las de la provincia de Cádiz, las poblaciones silvestres no son capaces de abastecer la fuerte demanda por lo que se viene recurriendo a las importaciones de África, cuyo volumen no deja de crecer.
En las comarcas de La Janda, el Campo de Gibraltar y la Sierra se capturan todos los años unas 1.500 toneladas de caracoles chicos, mientras que, procedentes de Marruecos, llegan 5.000 toneladas más. Sólo en lo que se refiere a esta especie, y según los cálculos de los expertos universitarios, el mercado mueve unos doce millones de euros anuales. Y no sólo ocurre en Andalucía. La producción nacional es deficitaria, por lo que se importan caracoles de países como Portugal, Marruecos, Túnez y Francia.
La recolección de caracoles (actividad helicícola) así como su cría intensiva e industrial (helicicultura) están íntimamente ligadas a las costumbres mediterráneas. España consume al año entre 10.000 y 12.000 toneladas de caracoles en sus distintas presentaciones, lo cual representa 250 a 300 gramos por persona al año. Francia, como primer consumidor, llega a las 70.000 toneladas al año, es decir, un kilogramo por persona al año.
Por su parte, en las comarcas andaluzas donde se concentra el consumo, como en las de la provincia de Cádiz, las poblaciones silvestres no son capaces de abastecer la fuerte demanda por lo que se viene recurriendo a las importaciones de África, cuyo volumen no deja de crecer.
En las comarcas de La Janda, el Campo de Gibraltar y la Sierra se capturan todos los años unas 1.500 toneladas de caracoles chicos, mientras que, procedentes de Marruecos, llegan 5.000 toneladas más. Sólo en lo que se refiere a esta especie, y según los cálculos de los expertos universitarios, el mercado mueve unos doce millones de euros anuales. Y no sólo ocurre en Andalucía. La producción nacional es deficitaria, por lo que se importan caracoles de países como Portugal, Marruecos, Túnez y Francia.
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