lunes, 30 de agosto de 2021

El municipio de Jimena duplica el riesgo extremo, alcanzando hoy una tasa de incidencia acumulada de 551,7 casos, la más alta de la provincia

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El municipio de Jimena de la Frontera ha sumado este lunes de quinta ola de la pandemia, según publica la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, 7 nuevos casos confirmados de coronavirus, lo que hace un total de  528 desde que comenzó  la pandemia.

37 de estos casos han sido diagnosticados en los últimos 14 días por lo que alcanza una tasa de incidencia acumulada de 551,7 casos x100.000 hab., duplicando el riesgo extremo (más de 250 casos), la más alta de la provincia de Cádiz durante los últimos días. 

El ayuntamiento de Jimena informó el viernes de la situación rogando "cautela y se insiste en extremar las precauciones para no acrecentar esta situación delicada por la que atraviesa nuestro municipio. Hay que recordar que avanzar o retroceder, en este sentido, es tarea colectiva".

Tras el fin de semana en el Campo de Gibraltar se han diagnosticado de 65 contagios: en Algeciras 41 de ellos, San Roque 8, Jimena 7, La Línea 6 y Los Barrios 3, haciendo un total de 25.878 casos confirmados desde el principio de la pandemia en la comarca. Con un total de 539 fallecidos.

La tasa de incidencia continúa bajando casi en todos los municipios: Algeciras está en 325 casos x100.000 habitantes, Los Barrios en 197, San Roque en 193, La Línea 180 y Tarifa 93. Tesorillo con 321 y Castellar en 65 siguen igual y Jimena sube hasta los 551 casos.

Algeciras suma 11.576 casos y 251 fallecidos desde que comenzó la pandemia; La Línea 6.713 casos y 114 fallecidos; San Roque 2.926 casos y 49 fallecidos; Los Barrios 2.120 casos y 80 fallecidos; Tarifa 1.521 casos y 30 fallecidos; Castellar 298 casos y 4 fallecidos; Tesorillo 196 casos y 2 fallecidos.

INFORME COVID CAMPO DE GIBRALTAR 30 DE AGOSTO DE 2021


 

INFORME COVID SERRANÍA DE RONDA 30 DE AGOSTO DE 2021 



2 comentarios:

E. Alonso dijo...

La pandemia se ha llevado a seres queridos, y grandes secuelas de la enfermedad en muchas familias. Pero lo que más daño ha hecho como grupo social, es la imposición de la soledad. Nos ha hecho que todos seamos huérfanos sociales.

Todas las personas tenemos un espacio que nos rodea que nos separa de los demás, ese espacio es como una defensa o escudo que tenemos y solo lo abrimos cuando se acerca una persona amiga o querida. Cuando una persona extraña se acerca demasiado y atraviesa ese espacio, rápidamente nos ponemos alerta y desplazamos el brazo hacia adelante para indicarle que no bebe de pasar esa distancia o en su lugar, damos un paso atrás. Solo cuando es una amistad o un ser querido permitimos con agrado que entre en nuestro espacio para que nos dé un beso, abrazo o nos frote con su mano nuestra espalda, eso lo hacemos como señal de amistad o de cariño.

Con la pandemia, ese espacio ya no es nuestro, ya no lo controlamos, han puesto una frontera infranqueable entre nosotros, como si todos fuéramos enemigos ya dejaran de existir amigos y familiares, todos somos huérfanos por la COVID19.

Después de cerca de dos años y estando vacunados, vemos una pequeña apertura de esa frontera y dejamos que entre algunos amigos y familiares pero lo hacemos con un gran temor a contagiar la enfermedad, aún no somos libres y dueños de nuestro espacio. Solo podremos decir que hemos ganado esta batalla cuando seamos totalmente libres y dueños de ese espacio sin temor alguno.

Anónimo dijo...

Bastaría irnos y hacer una choza en el frondoso Parque de los Alcornocales, como los carboneros y su familia a mediados del pasado siglo.
Bajar al pueblo enmascarado, una vez al mes, para abastecerse de alimentos y cargado el equino (no debe faltar el petróleo para el "quinqué", tampoco la harina, ni la sal ni el vinagre), y regresar de nuevo al escondite. La carne de caza aún queda alguna, colgada, sasonada y seca, por lo que eso está asegurado, con la venia tapiada plácidamente entre las ricas leyes propias. El agua natural de la fresquita fuente, cobijada de los animales con piedras y pinchos, en el fondo un trozo de cal viva, por si acaso. La leche sustraida de algunas cabras de la finca vecina, o de la misma burra, recuérdame que hay que echarle un macho distinto. Tortitas de arina de bellotas y tortillitas de tagardinas, con espárragos amargos; chantarelas y huevos de las gallinas o de nidos varios. Madroños y multas y un garbeo nocturno, tal maquis, a por naranjas y aguacates y adiós al Covid, vacuna aparte pues es la solución al descuido de un rato con la mujer del cabreo. En fin unas bonitas vacaciones para el que aún sepa vivirlas gozando de lo natural, y todo gracias a mi abuelo y bisabuela, que me contaban sus vivencias. Solo me quedó el respeto al alacrán, al ciempiés y a la víbora que también supieron respetarme a mi y a mi familia. Que agradable, instructiva y corta fue la aventura que vivimos, interrumpida de repente por un malnacido peregrino de ciudad, al que se le escapó la barbacoa de su casa de campo. Después de esto, hemos quedado desamparados y a merced del Covid, en un desolado paisaje negro ¡Cuanto te hecho de menos pulmón solidario! Los hijos de tus cenizas ya no serán tus hijos genéticos, serán hijos putativos..., pues todo el monte que ven mis ojos son un solo alfargen con retoños de zarzas y ya no tendré miedo a bicho alguno hasta que pueda allí volver a beber leche, directamente en chorro, de la teta de una piara de cabras. Ahora solo me conformo con una, y cuando deja de berrear una vez cada año. Todo lo soporto menos tener que beber agua pensando que es café solo y amargo, escupiendo carboncilla como si fuera de aquel antiguo y corto tren fogonero con asientos de maderas tan duros como el propio carbón de piedra poniéndole cuernos al del quejigal, resoplando después por El Perlos que le venía y, a la salida de un Túnel fumador que respiraba por Malillo, la cuesta hasta Ronda ya sin recoberas de Gibraltar que a su paso por las estaciones, iba pariendo azúcar y cuarterones.
¡Qué tiempos aquellos de los que me recuerdo y no me acuerdo!
Y ahora, la luz subiendo cuando aqui mismito del Corchado la Central electricidad nuestra muy cara va pariendo, y si es asi y con todo, que un ojo de la cara nos va costando, ¿para que queremos llenarnos de embrujos espejismos nuestros pleistocenos cerros, si después sus reflejos serán brujerías y esperitismos que nos chupan el alma de nuestros sudores, derramando como ahora, nuestros bolsillos llenándolos de telarañas con los que los gobiernos y los ricos hacen sus trajes de seda?
RMCPTP.