Nuestra saeta
La saeta, ese género de cante flamenco que se interpreta en nuestra Semana Santa andaluza, constituye una manifestación propia de nuestro arte popular religioso.
La “saeta” es una manera elemental de adentrarse en el misterio del dolor humano y una forma espontánea de asumir la muerte: es un modo de dolerse con el dolor de los otros y de penar con las penas de los demás.
La palabra “saeta”, más culta y más antigua que la palabra “flecha” la usan autores tan importantes como el poeta medieval Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz -el Arcipreste de Hita-, autor del Libro de Buen Amor, y Don Juan Manuel, autor del El conde Lucanor, es el dardo que hiere y que, destrozando el corazón, nos transporta los sentimientos del amor.
¿Dónde nació? ¿En el barrio de Triana de Sevilla, en el barrio de Santiago de Jerez o en el barrio de Santa María de Cádiz? Es igual: Lo importante es que brota de la fuente original del alma en carne viva de un pueblo que, por haber sentido la amargura de la soledad, de la pena, del desprecio, del desamparo, del hambre, de la sed o de la pobreza, vive la grandeza de la misericordia, la alegría del perdón, el alivio de la fe, el consuelo de la esperanza y la fecundidad del amor.
La “saeta flamenca” es grito, clamor, llanto, gemido, queja, lamento, piropo, cante, culto, fervor y oración; es poesía y es música; es amor y es lástima; es arte y es pasión.
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2 comentarios:
LA SANGRE
Málaga Semana Santa,
en la calle Dos Aceras.
Redobles de los tambores,
desgarros de las cornetas,
quejíos desde un balcón,
da comienzo, una saeta.
Saeta que es oración,
oración que el pueblo reza
cuando al Cristo de la Sangre
a hombros los portadores
los sacan en procesión
y a María Santísima, su madre
que por las calles le sigue
Virgen de Consolación.
Sigue, a su hijo llorando,
destrozado el corazón,
de ver que, a ese hijo muerto,
le han atravesado el costado
y hasta la última gota,
la última gota de sangre
el Cristo va derramando
por estas calles de Málaga,
en Málaga, Miércoles Santo.
04 de abril de 2007
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Esto es también una saeta, una flecha o dardo que hiere y que, destroza el corazón de los que queremos que nuestro patrimonio no sea robado por unas avispas con mitra o solideo.
“Catedrales de peaje: la Iglesia cobra entrada por acceder a los principales templos que ha inmatriculado
Resulta prácticamente imposible entrar sin haber pagado antes una entrada en la mayoría de las catedrales cuya posesión se anotó la iglesia en el Registro de la Propiedad mediante el procedimiento de las inmatriculaciones mientras estuvo vigente, entre 1996 y 2015, la reforma de la Ley Hipotecaria de José María Aznar que facilitó esos trámites.
"Hay un 'modus operandi' frecuente en el que primero se inmatricula un templo, después se produce una restauración a cargo de las administraciones y luego ese edificio se explota económicamente", explica Jorge García, portavoz de la coordinadora Recuperando, para quien todo el episodio de las inmatriculaciones "es la privatización del patrimonio histórico con fines especulativos en el ámbito económico"”.
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