lunes, 25 de enero de 2021

"El microtelescopio", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

>>> Cristóbal Moreno Romero "El Pipeta" en buceite.com  

EL MICROTELESCOPIO

El científico  y a la vez astronauta, está mirando con el más moderno y especializado microtelescopio electrónico recientemente inventado; por tanto, el más sofisticado  existente en la actualidad: se puede graduar a la máxima y mínima visión de todo lo que hasta el momento se conoce y se ha conseguido ver, siendo por tanto ínter y extraplanetario; y se puede utilizar como microscopio o como telescopio.



            Está examinando a un ser vivo del tamaño y la forma de un balón de fútbol, que sin extremidades visibles, se movía en todos los sentidos por la atmósfera de aquel extraño planeta al que logró llegar. Otras diez esferas similares están suspendidas y se mueven a su antojo por el interior de su laboratorio, una acorazada y acolchada habitación de acero inoxidable de una sola puerta y cerradura de seguridad.

            Las encontró por casualidad, una casualidad de entre 1/36 posibilidades de ser halladas; tal como 1/36 posibilidades tuvo su raza (él el primero) en llegar a aquel planeta del más cercano universo que limita con el suyo para explorar su galaxia más próxima.


            Fue traspasar el límite de su propio universo, penetrar en el siguiente y descender hasta el suelo del primer planeta de la primera y más cercana galaxia cuando, desde la misma nave observó que el aire de aquel desconocido y raro planeta, estaba compuesto de todas aquellas pelotas. Había descendido a ciega, siguiendo las órdenes de los ordenadores de a bordo. Logró aterrizar navegando entre ellas hasta descansar la nave sobre una superficie compactada de ese tipo de esferas, unas pegadas a otras, tal como si fuera el alquitrán de una carretera que en vez de grava, en su lugar utilizaran esos sólidos globos. En el monitor de infrarrojos podía apreciarse la diferencia entre suelo y aire, según fueran bolas sueltas (aire) o compactadas (suelo). Solo de esos bolos se componía todo el planeta: el aire bolos sueltos, el suelo y los relieves todo tupido de esas pelotas.

            Se oye el ordenador de a bordo: “Composición de las esferas: nitrógeno y oxígeno, además de otros gases nobles como criptón, helio, argón y neón; finas partículas de plomo, y además dióxido de carbono y vapor de agua, similar al aire de muchos otros planetas conocidos y portadores de vida. Son a la vez aire y atmósfera, es la misma composición química. Sin embargo este aire, estas pelotas que flotan llenando el vacío, o forman su suelo y los relieves que marcan los aparatos de abordo,  difícilmente puede ser respirado debido al tamaño de su envase, salvo que los respirantes fueran seres gigantes como montañas”.

            Ningún aparato de a bordo indica allí, entre esas supuestas cápsulas, la existencia de otros seres vivos monstruosos o no, ni siquiera de vegetales. No obstante es imposible ver nada a simple vista. Por mucho que cambies de lugar siempre estarás entre esa masa flotante de grandes canicas, boliches irrespirables por su tamaño, bochas y más bochas con las que no se pueden jugar por temor a romperlas; todo un mundo cubierto de ovillos girando sobre si mismo, por arriba, por debajo y por los lados todos son pompas de jabón sin explotar; un circo animado de pelotas de baloncesto rebotando por todos lados; esferas opacas que te impiden esa visión del entorno, porque todas ellas lo tapan o porque allí no existe otra cosa, estés donde estés. Por tanto, sólo queda volver a ascender y salir al espacio exterior de este extrañísimo y loco planeta, que parece no tener sentido alguno.

            Antes de despegar pulsó el botón de la puerta exterior del depósito de muestras recogidas y, nada más abrirse se cierra de forma automática al penetrar por si solas varias de aquellas suspendidas ampollas completamente esféricas. Había saltado la alarma de cuerpos extraños, pero sin peligro inminente; y el piloto, que lo sospechaba, inmediatamente desconectó la alarma de destrucción automática para casos de peligro; dejando que se desinfectara el contenido capturado y que continuara estando en situación de alerta y seguridad automática.    

            Una vez fuera, en el espacio exterior de ese peculiar planeta, se puede  ver la esfera cósmica debido a la luz que emana de infinidad de estrellas (nada extraño, ya que así ocurre en muchos otros planetas del universo conocido de donde el astronauta científico procede). Sin embargo, en éste parece diferir las distancias. Cada supuesta estrella está rodeada de otras varias que pueden verse con una luz propia más tenue. Pueden ser planetas o satélites, sin embargo se aprecia como los soles (estrellas) son núcleos y están muy cerca unos de otros, y más cerca de él los puntos que les rodean, y así los de la siguiente reunión, y todos los grupos inconexos, sin que pierdan o se aparten de su respectivo sol; parecen átomos gigantes con sus electrones, protones y neutrones alrededor del núcleo.  Lo raro es que esos planetas o satélites no se quemen con los rayos solares, al estar tan cerca.

            El cerebro –computadora- principal de la nave,  ha analizado su ordenador de partículas y da como resultado que en ese universo, en toda su distancia expresiva comparable, posee la misma temperatura de 30° Fahrenheit. Y esos grupos de satélites, planetas o mundos, se mueven en él a su albedrío pero nunca chocan porque existe una misma gravedad que los mantienen distante de cualquier otra esfera como un imán que no les deja escapar (se puede asemejar a un baile de parejas girando y desplazándose entre todas ellas pero sin tocarse jamás).

            Extasiado por ese espectáculo espacial, inicia el regreso a su universo y a su planeta con la nave en automático, circula a un millón de veces la velocidad de la luz, gracias a la aspiración de gravedad con un tipo de energía obtenida tras la investigación del interior de los agujeros negros. De toda forma, su misión ha sido un gran éxito porque vuelve con los diez entes flotantes que  forman aquel mundo y aquella atmósfera del planeta que visitó. Con la próxima expedición visitará la segunda galaxia de ese universo –piensa-, y al regreso a otro de esos planetas para ver de qué están rellenos.

            Ya en el laboratorio oficial de su país, comienza con su equipo de científicos a estudiar muy a fondo, por dentro y por fuera, cada una de esas extrañas y ligeras burbujas de distintos colores, que chisporretean luces por su superficie, y que dan la impresión de ser huecas o ser todas sólidas pero sin peso, porque siempre están en suspenso y si caen quedan soldadas al suelo como una mancha abultadamente redonda.

            Nada más hacerlo con su especial microtelescopio de última generación, quedaron impresionados ¡Inmensamente impresionados! Individualmente, cada una de esas burbujas son recipientes de un mundo natural inigualable en si, con su propia y diferente naturaleza y los más extraños e inimaginables seres, ¡cada esfera hierve de vida!  Nada se repite en su interior, y ninguna unidad es igual a otra; son planetas individuales en miniatura, pero completamente diferentes. Todo cambia de uno de esos mundos  a otro. Cada planta, cada árbol, cada ser, cada piedra, cada grano de arena o de tierra posee vida propia, ¡todo está vivo! En una o en otra no existe cosa igual ¡Hasta cada gota de líquido permanentemente en suspenso es un ser vivo, que contiene a su vez infinidad de seres increíblemente minúsculos y variados, pero también diferentes a los que posee su contenedor mundo, es decir la esfera madre (cualquiera de esas bolas).        Aquél universo estaba lleno de planetas esféricos, y cada uno otro planeta a tope de esas mismas pero más pequeñas pelotas, y cada una de esas pelotas un mundo, y cada cosa de ese mundo compuesto de perlitas redondas era a su vez otro, y éste otro más ínfimo aún y así sucesivamente sin fin de continuidad. A la inversa proseguía igual, pero siempre a mayor tamaño hasta nivel universo, esto es: otro balón flotando en el espacio entre un mar de similares balones universos y así sucesivamente… ¡Ah, ahora entiendo, así es el infinito!

            La pluralidad es increíble. Realmente todo está en suspenso.

            Cada vida, desde la más microscópica hasta la más grande son seres increíbles de increíbles formas y condiciones, pero distintas, sin repetición de especies, todo es heterogéneo, desigual. Gran cualidad poseen estos mundos (los de las bolas), los seres vivos no se comen unos a otros. Y lo más extraño: aunque cada balón (llamésmole mundo) posea la misma composición de gases, pero distintos entres sí, también difieren en que en cada uno de sus seres o cosas vivas pueden respirar a su antojo, respirar si lo desean, o no respirar. Y pueden hacerlo porque su casa, su mundo, su bola, su planeta ya de por si también puede optar por respirar o no, o escoger que gases respirar. Sus cuerpos tienen otras composiciones tan variadas como seres existen en él. Todo es factible de complementarse o no.  También en cada esfera la forma de respirar puede ser igual o desigual, existir la respiración o no, pero diferente a otra.

            Diez bolas extraterrestres a examinar, y ninguna respira igual: formas distintas de respirar, de vivir, de ser, de…, entonces: ¿hay tantas formas de vidas, de ser, de respirar, de vivir, de…, como esferas existen en aquel planeta…? ¿Es decir, indefinidas…?  ¿Infinitas, sin principio ni fin; entonces…, vivimos todos en la infinidad indefinida….?

            Pero lo más increíble es que, nada más entrar en ese contiguo universo, llegó a observar que en todo momento, por encima de su nave, como si estuviera fuera del mundo, siempre veía un inmenso círculo de cristal que aumentaba enormemente a unos inquietos ojos con vida propia e independiente. Solo dejó de verlo cuando abandonó aquel universo. Si casi loco se puso allí, aquí en verdad es que ya lo está…

            Los científicos también se vuelven locos. Su equipo al completo ha sido dado de baja por inutilidad física y mental. El jefe de ese equipo, el astronauta científico, fue encerrado porque le era imposible despejar tantas dudas, nunca le han dejado contar lo que vio ni lo que piensa ni lo que siente. Se desquició, porque no paraba de pensar. Aquellos ojos se quedaron para siempre clavados en su mente. Ya no dormía, flotaba…, y solo pensaba y pensaba…; tanto pensó en lo grande y en lo minúsculo que somos, y en la grandeza del todo, de lo mortal e inmortal, unido a la continua existencia de ese todo, que nunca a nadie contó “haberle visto los ojos a Dios”.  

            En el psiquiátrico donde estaba internado, cuando entraba en crisis, solo le podían tranquilizar entregándole sus diez bolas de cristal…

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NOTA.- Y si usted, lector,  no está loco, es porque ha entendido el mensaje, o bien, porque nunca osó leer esta historia verdadera.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si algún productor quiere hacer una buena pelicula de ciencia ficción, aquí tiene un extraordinario guión.

Anónimo dijo...

Una genialidad inconmensurable.
Desde el principio no se entiende una papa, pero tienes que seguir leyendo. Y al final la solución al crucigrama.
Ahí radica el arte de la escritura.
Salud colega

Cristóbal Moreno dijo...

Gracias 11,46 p.m. Será el Covid 19, esa otra variedad mutante, ese otro planeta con vida minuscula y propia, que puede estar dentro o fuera de mi, dentro o fuera de cualquiera, dentro de otros mundos -tan dañinos como nosotros mismos-, el que me hace pensar desorbitada y automáticamente, el que nos enferma y el que puede volvernos locos simplemente con hacernos sospechar que, en esta forma natural de existir en la existencia psicológica del laberinto de la irrealidad real, ya es para volverse loco pensando: ¡Dios es el primer y más grande de los locos! ¡La NATURALEZA también!, y nosotros, que somos sus entes, no vamos a ser menos, ¡por Dios...!

Anónimo dijo...

Interesante y desconocida locura, este es un mundo (todo)de locos, hoy es cuando nos damos cuenta que puede enloquecernos. Lo difícil no es saberlo, lo difícil es saber escribirlo, y esta forma de explicarlo es magnífica, aunque tengas que leerlo más de una vez para no volverte loca.

Anónimo dijo...

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He querido yo entender
y creo no estar equivocado,
al leer tu último artículo
que el universo es un globo,
que es, un inmenso átomo.
Que las galaxias son electrones
y que el núcleo lo forman
estrellas, por enésimos millones,
que cada constelación en sí
es un átomo más pequeño
dentro del inmenso átomo,
que estas a su vez contienen
otros más pequeños aún,
son los sistemas solares
y que, a su vez los planetas
al igual que los satélites
están formados por cuerpos
y que estos, átomos son también
que están formados por átomos
que cada vez son más y más pequeños
y que así disminuyendo y disminuyendo
hasta llegar al átomo que conocemos
y que ahí eso no termina
la reducción es, al infinito
Cada átomo está formado
por muchos mundos y seres
y que todos ellos tienen vida.
Es al pensarlo, Cristóbal
como para volverse loco
y creo que tienes razón
dentro de toda esta locura,
así es el universo, una vida
con muchísimas vidas dentro.

Grande eres cuando escribes
y entre escrituras, también.
Es un placer el leerte
cuando escribes en Buceite
al igual que en otras partes.


Un abrazo y un saludo

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