El sampableño Luís Alberto Fernández Piña ha publicado el relato "Un resplandor entre la multitud", en el número 15 de la Revista Hércules Cultural, de la Asociación Hércules de las Artes y las Letras, que dirigen las escritoras Nuria Ruiz Fernández y Carmen Sánchez Melgar.
UN RESPLANDOR ENTRE LA MULTITUD
Volvía el bullicio otra mañana más. La carrera alocada por llegar puntual al trabajo, por llevar los niños al colegio o por acudir a un lugar que solo el viajero sabría. Coches pitando y rugiendo, expulsando gases tóxicos al aire que entre todos respirábamos. Ojos deseosos, atentos, a los cambios de color que les permitía seguir profundizando en la masa metálica que engullía a la ciudad hasta desquiciar al más paciente.
Volvía el bullicio otra mañana más. La carrera alocada por llegar puntual al trabajo, por llevar los niños al colegio o por acudir a un lugar que solo el viajero sabría. Coches pitando y rugiendo, expulsando gases tóxicos al aire que entre todos respirábamos. Ojos deseosos, atentos, a los cambios de color que les permitía seguir profundizando en la masa metálica que engullía a la ciudad hasta desquiciar al más paciente.
De repente apareció y el corazón me dio un vuelco. «Qué tonto», me dije; había estado distraído y me había perdido unos valiosos segundos de su presencia. Apareció como lo hace el sol en el horizonte, después de una fría y larga noche de invierno. El tiempo se detuvo, la luz adquirió un tono brillante y acogedor. Venía distraída, sonriendo, como hacía muchas mañanas. Su pelo se movía al ritmo de sus pasos, jugando con la brisa fresca de la mañana. Esta vez no caminaba deprisa como había hecho tantas mañanas: se acercaba caminando tranquila, sonriendo y mirando al tráfico que se acumulada en la avenida. Vestía de forma sencilla; la humildad y la sencillez la deslumbraban. ¿Cómo podía contener tanta belleza una sola persona?
De nuevo, me fijé en sus ojos cuando pasó por mi lado. Sus ojos, que la primera vez me parecieron de un color apagado, brillaban con un color precioso: en ellos se mezclaba el verde intenso de la primavera y la dulce densidad de la miel. Pestañeó, por un momento la luz pareció descender en toda la ciudad; pero aquellos dos astros, embellecidos de inteligencia, volvieron a posarse en un punto, distraídos, y el día volvió a ser hermoso. Mi corazón latió descontrolado cuando su fragancia me cubrió a su paso. Respiré hondo, intentando detenerla junto a mí. «Hasta mañana», pensé mientras oía sus pasos a mi espalda, con la misma ilusión de todos los días: volvería a verla a la mañana siguiente durante otros segundos, efímeros pero a la vez eternos.
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Foto de dominio público de https://pixabay.com
4 comentarios:
! Bonito Luis !!!!
Breve pero intenso. Precioso.
Niño llevas la escritura en la sangre, hacía tiempo que no leia algo asi de bonito, Sigue así.
María José
Que bonito! Leyendo esto me pregunto si habrá alguien que me mire de esa forma.....
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