Este artículo de Salvador Delgado Moya ha sido publicado en el libreto de Feria de San Pablo de Buceite 2016.
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TRAS el previo pago, esta era la leyenda impresa en aquella ficha: “Vale para un viaje”…
Ya que la tenía en mis manos, decidí utilizarla.
Lo llaman “el tren de la felicidad”, y consiste en montarte en un tren en miniatura.- con respecto a los originales.- y empiezas a dar vueltas y vueltas sobre el mismo circuito con sorpresas incluidas. Pero después de varias vueltas me fui dando cuenta en qué consistía la dichosa travesía.
Todo ello es comparable con la vida misma. Nada más subirte sientes desconocimiento, algo de nervosismo e incertidumbre por todo lo venidero, que sin lugar a dudas, es la misma vida. En ocasiones te falta el aire porque vas a empezar a moverte, a descubrir nuevos retos, nuevos horizontes y nuevas metas. El público que te observa aplaude cada decisión y con sonrisas dan el beneplácito de mis actos.
¡Agárrate fuerte! Esto empieza a moverse, sin prisa pero sin pausa, porque ya no hay vuelta atrás. Este viaje lo tengo que hacer completo.
Parece divertido, tranquilo y gratificante. Al parecer “todo va sobre ruedas”, nunca mejor dicho.
Pero todo no van a ser luces, neones, música y algarabía. Por supuesto que todo tiene otra cara, la negatividad. En su desplazamiento el tren también surca terrenos hostiles, oscuros, tenues y que disgustan sin darme la opción de frenar y cambiar de vía. Todo se desarrolla en el mismo bucle.
Pero ahí no queda la cosa. Aunque creas que todo va bien, en ocasiones sientes sobre tus hombros el peso, el dolor de lo inesperado, y te das cuenta que te han dado “un señor escobazo”… es ese el que hace revolverte sobre ti mismo, buscando el inicio de tanto dolor, y aún produce más dolor cuando ves la desidia de los que te rodean y que no comprenden el amargor, la preocupación, la lucha con la que en ocasiones batallas diariamente.
Pero todo tiene un fin. Te das cuenta que todo el énfasis, la ilusión, la fuerza y las ganas, van disminuyendo paulatinamente, es cuando agachas la cabeza porque intuyes la meta. Hasta que el tren se detiene, y como un previo ensayo, todo el mundo se baja, para dejar paso a otra tanda de personas que poseen una sola cosa en común, todas ellas llevan en su mano una ficha que dice: “Vale por un viaje”.
Pues sí, todo esto podría describir fácilmente lo que es la vida, simple y llanamente el viaje del trenecito de la felicidad. Y lo curioso de todo esto, es que cada uno de nosotros tenemos la obligación condenatoria de realizarlo, queramos o no, este viaje lo tenemos que realizar, y que influirán muchos factores que condicionaran este y el resto de tus viajes, depende de que vagón elijas, con quien te sientes, la duración del trayecto, los túneles que tengas que cruzar y los sobresaltos que sin esperarlo puedas recibir.
Pero una cosa queda suficientemente clara, se trata de un viaje, uno solo. ¡Aprovéchalo! Sácale todo el partido, escudríñalo, siempre que te lo puedas permitir, ríe antes de llorar; levántate antes de sentarte; sueña antes de dormir; sube antes de descender; grita antes de enmudecer y que la felicidad sea tu monotonía, porque las barreras seguirán existiendo, los demás viajeros se apearan dejándote huérfano de ilusión y optimismo, y el día menos pensado ese tren llegará a su fin, a la estación prevista para ti.
Solo deseo que vuestro tren tenga su parada lo más lejana posible.
Pero mientras eso ocurre, yo quiero disfrutar, gozar, deleitarme, regocijarme, cantar, bailar, beber con los míos, con los que hacen que la vida, sea simplemente maravillosa, y yo no veo mejor lugar para hacerlo que con mi gente, con mi pueblo y con mi feria.
¡Que disfrutéis y seáis muy felices paisanos!...
Fdo. Salvador Delgado Moya
Juni0 – 2016.
1 comentario:
"Vale para un viaje”
Es el billete de ida,
con el que a cada uno y a todos
nos lanzan, o ponen en este mundo,
La meta, la conocemos,
para todos es la misma.
Lo que ya es diferente
es la distancia a la que se encuentra
ya que a cada uno nos dan,
un itinerario deferente
y el camino es sin retorno
no hay billete de vuelta.
Esta vida no es un bucle
que, en llagando a la meta,
de nuevo otra vez se empieza.
El tren en el que lo hacemos
para algunos es el tren de la felicidad
y para muchísimos fue, ha sido y será
como un tren de mercancías
en el que a ganado llevan,
con una máquina de vapor
muy vieja y desvencijada,
que por lo llano…llanea,
la cuesta abajo, se embala
y no le responden los frenos.
Hay que bajarse a empujar
para ayudarla a subir, la cuesta arriba
aunque no esté muy empinada.
Dicen que después de la meta
hay otra vida mejor y eterna,
eso puede ser que llene,
a mucho de los que viajan
en el tren de mercancías,
de ilusione la esperanza.
Yo, no lo niego en absoluto
pero cada vez que lo medito,
lo veo mucho más difuso.
Y una vez llegados a la meta
¿A dónde irán los que el viaje
lo hicieron en tren de la felicidad?
Puede que viajaran
en antiguo Coche Cama,
o en Ave, o en el de Larga Distancia.
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01.07.16
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Antonio. -El niño del Corchado-
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