martes, 14 de junio de 2016

Obiturario: "Fallece el sacerdote Tomás Bogas Leyva", por José Antonio Hernández Guerrero

El sacerdote Tomás Bogas Leyva fue párroco de la Iglesia de San Pablo de Buceite en los años ochenta.
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SI EL PADECIMIENTO es el denominador común de todos los habitantes de nuestra Tierra, la peculiar manera de sobrellevarlo expresa la densidad y la talla humana y espiritual de cada uno de los mortales. Esta reflexión inicial me sirve para enmarcar la figura de este sacerdote granadino que, recién ordenado por el obispo Antonio Dorado, vino a Cádiz desde su diócesis de Guadix dispuesto a servir, movido por la voluntad de entregarse sin reservas y sin pedir nada a cambio.

A todos sus amigos nos ha llamado la atención cómo, durante los últimos meses, ha sobrellevado sus dolencias físicas con ejemplar fortaleza. Hemos recordado cómo había dedicado su vida a proporcionar consuelo a los que sufrían los dolores en su cuerpo o la amargura en su espíritu.


Nos ha resultado estimulante y aleccionador comprobar cómo, después de mirar a los ojos a la enfermedad y de reconocer en ella a la mensajera de la muerte, decidió convivir con ella agradeciendo las enseñanzas que le traía. Siguió su vida enredado en las terapias prescritas manteniendo siempre su confianza esperanzada en una vida trascendente.

Siempre me llamó la atención su forma, modesta e intensamente vital, de generar un cálido ambiente familiar, un confortable clima fraternal y una densa atmósfera cordial en los diferentes cargos pastorales en San Pablo de Buceite, San Miguel de Algeciras, San Pío X de La Línea de la Concepción y Santa María de Valdelagrana. Si algo caracterizó al padre Tomás, fue su capacidad para encajar las adversidades, su paciencia, su entereza, su constancia y su firmeza en sus convicciones. Ejerció su ministerio con humilde disposición y, en ningún momento, desmereció de su espíritu crítico, adobado, por cierto, de un sentido peculiar del humor y de una extraña ironía.

Frente a la muerte concebida como destrucción y olvido, Tomás nos ha ofrecido una visión esperanzadora para los hombres y para las mujeres que aquí se han esforzado por comprender, por ayudar y por servir a sus compañeros de viaje. Cercano y cordial, se empeñó, más que en salvar a la humanidad o redimir el mundo, en ayudar a sus hermanos; se ha esforzó por comprender a los hombres, por aceptar sus limitaciones y por acoger uno a uno a los "próximos". Que descanse en paz.
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Fotografía de la Diócesis de Guadix

1 comentario:

Anónimo dijo...

La muerte nos iguala a todos
pero hay en este mundo
muchos hombres y mujeres
que por darse a los demás,
no merecen tal igualdad
Vivir siglos ellos debieran
por el bien de la humanidad.
Son, verdaderos ángeles
a los que habría que imitar.
Que a Tomás la Luz, lo ilumine
y por siempre descanse en paz.
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14.06.16
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Antonio.-El niño del Corchado-