lunes, 2 de marzo de 2015

“El Estrecho de Gibraltar era como un antiguo Doñana donde los neandertales cazaban águilas y leones”

Entrevista a Clive Finlayson, ornitólogo y antropólogo.

El director del Museo de Gibraltar dará una conferencia en Huerta Grande sobre lo que él también llama el Serengeti mediterráneo, último refugio del planeta para estos homínidos antes de su extinción total

-Los neandertales se refugiaban de noche en las cuevas y de día cazaban en la llanura de pinos y dunas que se extendía cuatro kilómetros al este de Gibraltar. Era una especie de Serengeti mediterráneo

-Los neandertales eran muy inteligentes y en las cuevas que habitaban han aparecido restos de hasta 150 especies de aves diferentes


-Inglaterra estaba cubierta por kilómetros de hielo, la tundra llegaba hasta Francia y en Castilla había renos, pero frente a Gibraltar vivían especies animales de climas más cálidos que luego colonizaron el resto de Europa. El neandertal tenía aquí un buen territorio de caza, un paraíso

Clive Finlayson, ornitólogo y antropólogo, habla con el aplomo del sabio. Lleva 25 años investigando los vestigios del hombre de neandertal en Gibraltar. Primero en la cueva de Gorham y más recientemente también en la de Vanguard. Ambas son dos santuarios, lugares privilegiados para conocer la vida de una especie de homínido extinguido que tuvo su último refugio en este rincón del planeta. Fynlaison coordina un proyecto internacional de investigación en el que, hasta el momento, han colaborado científicos, estudiantes y expertos de cuarenta y dos instituciones de todo el mundo: universidades españolas, portuguesas, británicas, alemanas o norteamericanas. Desde la Universidad de Oxford al Instituto Max Planck de Munich. Es un proyecto multidisciplinar en el que trabajan arqueólogos, antropólogos, geógrafos, biólogos, ornitólogos, etc. Su objetivo común es desentrañar, saber qué nos dicen los vestigios acumulados en ambas cuevas, que son como dos grandes archivos, dos grandes bibliotecas con miles y miles de libros por abrir. La de Gorham tiene dieciocho metros de sedimentos por excavar y la de Vanguard diecisiete. Finlayson avisa: Hay tanto material y tánto que investigar, que este trabajo lo verán terminado nuestros hijos, como mínimo. Y seguro que dará frutos tan interesantes como los que ha dado hasta ahora. De algunos de ellos hablará en la conferencia que pronunciará el 27 de marzo a las 18.30 de la tarde en la Feria de la Naturaleza de Huerta Grande, a mitad de camino entre Algeciras y Tarifa.

-¿Cómo era el Estrecho de Gibraltar en la última época de los neandertales?
Hace 28.000 años, por efecto de la glaciación, el nivel del mar en el Estrecho de Gibraltar estaba 120 metros más bajo que hoy. Frente a Tánger había una serie de pequeñas islas separadas por brazos de mar de entre cinco y siete kilómetros. Y en la cara este de Gibraltar la orilla estaba como a cuatro o cinco kilómetros mar adentro de donde está hoy. Esa llanura estaba poblada por pinos y dunas, como una Doñana actual, con la diferencia de que tenía detrás el enorme peñón calizo que es Gibraltar. Los neandertales se refugiaban de noche en las cuevas y de día cazaban en esa llanura. Un lugar al que también me gusta describir como un Serengeti mediterráneo.

¿Qué materiales han encontrado hasta el momento?
Hemos hallado restos de hogares, de carbones usados para hacer fuego, herramientas de piedra, huesos humanos y de animales, restos de polen, etc. Los restos más antiguos son de hace 127.000 años y también los hay del máximo de la glaciación, que fue entorno a los 20.000. Hay restos de moluscos y huesos de anfibios, de reptiles, de aves, de mamíferos… Eso nos indica que los neandertales los cazaban y los llevaban allí para comérselos. Los neandertales eran muy inteligentes, tenían una capacidad cerebral muy grande y tenían una relación especial con las aves. Hemos hallado restos de hasta 150 especies de aves diferentes. Si tenemos en cuenta que en Europa hay actualmente unas 400 especies de aves, eso supone que ellos cazaban más de un 25 por ciento del total actual.

¿Eran las mismas especies de aves que vemos actualmente?
Sí, claro. Hay muchas coincidencias. No sólo con las que viven por aquí, sino con las que habitan todo el sudoeste de la península. A pesar de las fluctuaciones del clima hay mucho parecido con la avifauna que habita hoy Doñana. Hemos encontrado pruebas de que, incluso en el periodo del máximo glacial, aquí crecían los acebuches.

¿Qué significa eso?
Significa que a pesar de la glaciación, en esta zona el clima no era tan extremo. Creemos que la proximidad del Atlántico y la ausencia de grandes montañas suavizaban el clima, que era más cálido que en el resto de la península. Aquí había un clima muy parecido al actual, con unos veranos muy similares y unos inviernos un poco más fríos. Es decir, mientras Inglaterra estaba cubierta por kilómetros de hielo, la tundra llegaba hasta Francia y en Castilla había renos, aquí había especies animales de climas más cálidos que luego colonizaron el resto de Europa. Por eso aquí el neandertal tenía un buen territorio de caza, un paraíso. Cuando en el resto de Europa ya habían desaparecido, ellos sobrevivían aquí con grandes recursos.

¿Era lugar de paso para las migraciones de aves también?
Sí, pero con una diferencia. El Sáhara entonces estaba cubierto por vegetación. Era verde y con ríos y lagos. Entonces, las aves no necesitaban parar aquí tanto tiempo para alimentarse antes de cruzar el Estrecho y el Sahara porque iban a tener alimento allí también.

¿Eran las mismas aves migratorias?
La mayoría sí. Pero por ejemplo no aparecen cigüeñas. Rapaces sí, como los milanos, las águilas calzadas, quebrantahuesos, águilas reales, perdiceras, pigargos…. También había moritos, ibis eremita. Limícolas muchas. Muchas acuáticas, paseriformes, avutardas. Y también abubillas, avefrías, currucas, tordos, zorzales y fringílidos como los jilgueros, verderones, bisbitas o lavanderas.

¿Habéis hallado algún ave rara o especialmente curiosa?
Hemos encontrado restos de aves marinas que hoy son difíciles de ver. Por ejemplo hemos hallado restos de aves polares, de una especie de patos que habita el Ártico. Esto se explica porque entonces el frente polar llegaba hasta Oporto, es decir a los 42 grados Norte. Lo que estaba más arriba estaba congelado, pero aquí el clima era más cálido. Entonce la fauna de un poco más al norte bajaba, pero también vivía la que hoy es propia de África. Es decir, en este espacio se comprimía la fauna que vivía en el Ártico pero también la que habita el Mediterráneo.

¿Y el resto de la fauna?
Muy curioso porque había hienas, leones, leopardos, pero también lobos y osos pardos. Es decir, era una mezcla de África y Europa que se extendía en unos 20 kilómetros a la redonda. Buscando el origen mineral de un instrumento de piedra, de un sílex hallado en la cueva de Gorham, no lográbamos encontrarlo por ninguna parte. Hasta que un compañero lo halló en el río Palmones a unos 17 kilómetros desde su desembocadura. Esos eran más o menos los límites de su hábitat.
El título de su conferencia en Huerta Grande es Homínidos en el paraíso, la historia de los neandertales y su relación con las aves. ¿Además de comérselas, qué otra relación tenían aquellos hombres con las aves?

Primero hay que decir que nosotros hemos demostrado algo que hasta hace poco la ciencia no admitía. Se decía que el homo sapiens cazaba aves y que el neandertal no porque su inteligencia no le daba para eso. Hemos probado la inteligencia y la capacidad del neandertal pues hemos hallado restos de multitud de aves que cazaban para comérselas, pero también para otras cosas. Entre los retos de la gran diversidad de rapaces hallados, hemos encontrados muescas de cortes en los huesos de las alas. Además eran huesos seleccionados en función del color. Es decir, hacían una discriminación positiva de las alas que cortaban por su color. Y eso nos hace pensar que usaban las plumas para adornarse, como elementos decorativos. Es evidente porque las alas de las aves no son más que huesos y tendones que no tiene carne ninguna, que no sirven para alimentarse. No decimos que los neandertales fueran como los indios norteamericanos, pero es evidente que las usaban con fines estéticos

En su libro El sueño del neandertal defiende la coexistencia de sapiens y neandertales. Eso y su explicación de la importancia del clima y de la falta de adaptación a las condiciones ambientales en la desaparición de estos últimos ha sido revolucionaria. Si aquí sobrevivieron a la extinción que ya se había dado en el resto de Europa…

¿Qué acabo con ellos finalmente?
-Creemos que la sequía puede ser una causa. Acabada la glaciación, que ya había matado al grueso de la población, aquí solo quedaban grupos pequeños con poca capacidad de recuperación. Entonces uno o varios periodos de sequía pudieron ir diezmando la población hasta darle la puntilla y llegar a la extinción final.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta interesantísima entrevista me hace recordar una vieja propuesta que como tantas otros temas se hacen viejos y no se la ha tomado en cuenta desde las distintas corporaciones municipales; que nuestras bibliotecas tengan un gran lote de libros/estudios/tesis/separatas/archivos digitales donde se intente recopilar todo lo que hay publicado sobre nuestro territorio. Sería un gran legado para los que vienen detrás.

Anónimo dijo...

Mientras gran parte del vecindario siga considerando las bibliotecas como guarderías, me parece difícil.
Gracias que existe Internet.

Paquito dijo...

Interesante documento. Participo en el contenido expuesto por el Sr. Finlayson. Queda demostrada la labor exhaustiva de investigación en el tiempo.
Desde mi humilde punto de vista quizás observo algo de abuso de imaginación fructífera y no coincido con la explicación que da el sabio sobre la extinción de los neandertales.
Si hay algo claro es la capacidad de adaptación de la especie humana. No creo que las causas fueran las sequías o los fríos. Hoy en día existen pueblos que viven en entornos extremos.
Si como dice Finlayson, los neandertales eran muy inteligentes, considero que los artífices de su extinción fueron otros humanos más inteligentes aún: los sapiens.