Hoy me encuentro con mi edad. Una edad sin pasado ni futuro, solo presente. Y, como aconsejan muchos sabiondos −haciéndoles caso− quiero vivirla ahora y ya, en el justo momento de su plenitud y con todo el disfrute que pueda, ¡aquí, ahora y en cualquier momento!
Pero..., hoy no puedo, porque no tengo nada que darle, me cuesta saltar el bache; por eso me rebelo en contra del sabelotodo y pienso en muchas cosas buenas del pasado. Con pensar eso ya me encuentro mejor y me da fuerzas para saltar el bache, subir un escalón y seguir viviendo.
Sueño…, sigo viendo una película que fue real: mis abuelos contándome cuentos, haciéndome carantoñas, buscando la felicidad para mí y la del resto de su familia; en mis padres… ¡cuántas cosas maravillosas recuerdo de mi madre y de mi padre! ¡¡Y de mis hermanos, que bonito!! ¿¡Y de mis hijos cuando eran bebés hasta después de dejar de ser niños!? ¡¿Y cuando nacieron mis nietos…!? ¿! Quién dice que solo hay que disfrutar del presente ¡? ¡¡Y si no se puede…!!
¡Solo estoy de acuerdo en olvidar los malos momentos, pero los felices no…, porque dan vida! Como tampoco olvido los buenos libros que leí, las buenas películas que ví, las chicas que conocí, los amigos que tuve…, y todo lo bueno que me ha pasado hasta ahora, entre ellas hacer a mi novia mi esposa, mi presente y mi futuro. Si olvidara estas vivencias dejaría de ser persona. Mientras que olvidar el mal y los malos momentos −habiendo aprendido de ellos− te hace más experto y más humano.
¡Vive el presente, si…!, pero sin olvidar las cosas buenas del pasado ni las curvas que tiene la vida ¡No olvides señales ni títulos! Y si apuras, busca lo bueno que el futuro te puede dar y no te des por vencido.
Pudiendo: olvida los achaques y los dolores hasta que no puedas más. No seas negativo. Busca la felicidad aunque no la encuentres, porque buscándola serás feliz. Piensa…, que la vida es una etapa y la muerte será otra, posiblemente otra desconocida etapa, la etapa siguiente a esta vida tan incierta y desconocida como lo fue antes de haber nacido. Tan incierta y desconocida como unas neuronas muertas perdidas y olvidadas en el universo del alzhéimer.
2 comentarios:
Los viejos tenemos pretéritos
porque lo hemos vivido,
también tenemos presente
porque lo estamos viviendo.
Pero, en cuestiones de futuros
la cosa ya es diferente,
nuestros futuros son inciertos
ni tan siquiera el inmediato
no lo tenemos seguro.
Al llegar a la vejez
el reloj camina muy rápido
o al menos eso parece,
la meta ya se divisa
y cada vez está más ceca,
cosa que no me entristece.
Se nace para morir
y se muere para dejar de existir.
La vida es una circunferencia
que por la tangente se transita
Y cuando llega la vejez es,
que la carrera se termina
porque llegamos de nuevo
al punto de donde hemos partido,
el hacer un bis, y recomenzar
nadie se le ha permitido.
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22.04.16 8:20 a.m.
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Antonio. –El niño del Corchado-
Acabo de llagar como cada día
de mi acostumbrado matutino paseo,
he vuelto un poco más tarde.
He ido a ver a mis antiguos colegas
que están todos como siempre
en los bancos del paseo.
Antes tenían un centro,
el hogar del jubilado,
que en los bajos del convento
anexos a la parroquia,
un fraile que era el párroco
a bien tuvo cederles un salón
hace más de treinta años
donde los viejos pasaban,
pasaban el día conversando,
otros jugando al dominó,
al julepe, a la brisca o al cinquillo,
jugándose el cafelito, o el quito.
Con los beneficios del bar
pagaban todos los gastos;
agua, limpieza, electricidad
y a la comunidad de frailes
todos los meses daban algo.
Hubo cambio de prior
y llegó un joven alto,
que a los feligreses se presentó
vestido de negro, ensotanado
incluso portando el clerical manteo
(cuando los de la comunidad
siempre van en camiseta y vaqueros)
Parecía que se había caído
de uno de los cuadros de El Greco.
Antes del comienzo de la misa
con esa indumentaria
solo le faltaba la teja o el bonete
a toda la feligresía
clase de canto nos daba,
con esa voz de tenor,
micro no necesitaba
Cuando expelía las notas
toda la iglesia llenaba,
la verdad es que muy bien cantaba
tanto las nuevas y modernas canciones
como las notas gregorianas.
Y se propuso, desalojar a los viejecitos
ya que el hogar de los jubilados,
dijo: -Que para otros menesteres
urgentemente lo necesitaba.
Los viejos, no se marcharon
y un día fueron desalojados,
como ahora dicen lanzados,
por la fuerza pública y el juzgado.
De esto ya hace más de tres años
y el local sigue sin utilizarse, cerrado.
Desde entonces, los abuletes
pasan gran parte del día
en los bancos del paseo,
sin dominó, ni televisión, ni cartas
y sin el cafelito o la cervecita
al precio de, cincuenta céntimos.
Cuando con ellos conversaba
pasó empujando un carrito
y dentro del carrito, su nieto
un niño de color morenito,
sin más rodeos, mestizo.
Uno de los tertulianos
con voz subida de volumen
para que todos lo oyéramos
Le dijo: - Vaya hombre por fin te vemos
Paseando al ”nie-te-ci-to”
silabeando la palabra.
El abuelo lo miró fijo
y sin acritud le dijo
Sí, sí, paseando a mi nieto
hijo de mi Juan y de su señora
y además muy orgulloso,
por cierto, que lleva puesto pañal
Voy tan orgulloso o más que tú,
cuando tres veces al día
sacas a pasear a tu perro
y vas dejando las cacas
para que los demás las pisemos.
Dio las buenas tardes a todos,
se marchó, no sonreía,
tampoco le vi, ni triste, ni serio.
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04.05.16
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Antonio. – El niño del corchado-
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