Florencio era un político tan raro que prefirió no volver a usar corbata, ni dar más discursos, a que sus correligionarios le dieran el merecido homenaje de despedida, placa incluida.
Estaba dispuesto a cambiar ese último honor por un poco de salud. Era consciente de que, en la vida, los galardones llegan con los achaques y que ciertas medallas engendran determinadas dolencias. Sustituir la gloria por unas piernas poderosas, era la cuestión.
“El éxito envilece”, decía, y él se limitó a ejercer su cargo lo mejor posible para mirarse cada día al espejo sin avergonzarse demasiado.
“Eso fue todo”, sentenciaba.
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Nota del autor: Dedicado a mi compadre Andrés.
3 comentarios:
Manuel Mata se te ha olvidado decir de que partido es Florencio.
Florencio no te vayás presentate en las proximas que te votamos. pa como esta el patio !!??
Gracias compadre lo has clavao.
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