sábado, 29 de mayo de 2021

"Memorias de Juan López Morales desde el exilio", por Ignacio Trillo

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Memorias de Juan López Morales desde el exilio

El día 26 de noviembre de 1996 fallecía en su domicilio de Mont-de-Marsan (Francia), Juan López Morales, contando con ochenta y un años de edad. Había nacido el 29 de octubre de 1915 en la Barriada de la Estación de Jimena de la Frontera (Cádiz)

Casi un mes antes, 29 de octubre, fue celebrado su último cumpleaños en su pueblo natal de Andalucía, Jimena de la Frontera, en medio de toda su familia. Tenía lugar por primera vez desde el año 1936 en que conmemoró los veintiuno, sesenta años antes.

Hasta el día 18 de julio 1936 vivía tan feliz en este pueblo blanco del Campo de Gibraltar culminado por su antiguo castillo nazarí, antes plaza romana. Pero con la llegada de las tropas fascistas tuvo que huir alistándose como voluntario en el ejército popular para intentar parar el avance de los alzados en armas contra la IIª República.

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https://ignaciotrillo.wordpress.com/2021/05/27/memorias-de-juan-lopez-morales-desde-el-exilio-27-05-2021/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE EXCELENCIA.- Eres, Trillo,  el único -aún- que se moja con la otra historia menos contadas de héroes más muertos que vivos
-¿Cuáles de ellos fueron mas héroes?-. Yo creo que los más inocentes fueron los más valientes con las armas de su inocencia:  "para que huir si nada hicimos ni haremos" no habían cesado de exclamar los muertos apilados. Nunca vi escritas en ninguna lápida esas palabras, aunque si las oí tras la obscuridad de los campos y cementerios, aún las sigo oyendo salir de olvidadas o ignoradas fosas: ¡Nada hicimos y todo nos lo achacaron, todo lo pagamos,  porque los muertos no hablamos! Error....!
¡¡PERO LOS HUESOS SI!!
Ah!, ¿entonces es por eso...?
Si!, perdidos no hablamos, no tenemos con quién hablar ni a quienes enseñarle nuestros agujereados huesos sin honor, muchos miles de ellos siguen gritando bajo tierra los nombres de sus impotentes familiares muertos y vivos. Otros, simplemente se quejan: ¡Maldita suerte, me encontró la muerte cuándo más vivo estaba...!

¿Estáis seguros -mosquetones con nombres y apellidos-? porque ya estáis también muertos,  de vuestra oxidada vida.
Tan crueles fueron las de derechas como las de izquierdas, sinónimas de muertes civiles innecesarias, vil y cobardemente ultrajadas y fusiladas por cuadrillas con nocturnidad y alevosía.
Pero a nosotros -simples huesos- nos llorarán siempre sin mirar colores, hasta la historia llorará por nosotros, solos o acompañados como vivos seguiremos aquí, en las fosas, pero vosotros -minimizados- estaréis para siempre muertos y SOLOS en las tumbas, en los tarros, o entre los espinos sin flores, mientras que nosotros seguiremos hablando y gritando vuestros nombres entre la tierra, las flores y la hierba, con el silencio de nuestras cuencas y hasta mucho después de que el hallazgo de nuestros huesos lleguen a milenarios restos contadores de vidas.
Si, seguiremos viviendo entre las letras de los buenos escritores como VOS, Señor Don Ignacio, porque Su Señoría nos hizo eternos tal como la excelencia de tan magno nombre y apellidos que resucita más y mejor que los propios dioses.
Si, amigo Ignacio Trillo, es usted un ganador de excelsos nombramientos, no le quepa la menor duda, rubricados con garabatos de oro que brillan como haz de diamantes para que la eternidad no olvide la misión tabú que usted mismo se encomendó. Valiente misión la del revivir.
Nosotros, los resucitados sin huesos, por la voz de sus letras, y con sus letras de historias investigadas, ya jamás le olvidaremos aunque el techo sea de tierra ignorada, porque también los huesos, como las letras y algunos humanos, son, serán,  casi o inmortales. GRACIAS y MUCHAS GRACIAS.

Mi voz y la de ellos, son de usted, y usted vivirá para siempre con todos en la historia de "Las historias siniestras y olvidadas como escudos y a  propósito". Nadie en este término municipal ni en otros habia contado con un investigador de historias tan verdaderas y sin culpas, porque la inocencia carece de culpa. Y si alguna hubo, ya se fugó por entre los ojos que marcan la maldad de las balas, o por la suerte natural.

F= Partes que son Teóricas Primicias



Ignacio Trillo dijo...

Muchas gracias, amigo, por la generosidad de sus palabras. Sirven de ánimo y de estímulo para proseguir escarbando en ese pasado que fue, para que de ese aprendizaje saquemos la conclusión de nunca más, pero sin olvidar a sus víctimas inocentes. Un saludo