miércoles, 8 de julio de 2020

"Enchufismo" y "Clientelismo" en la Antigua Roma, por Eduardo Navarro "Er Pedagogo Jimenato"

"ENCHUFISMO" Y "CLIENTELISMO" EN LA ANTIGUA ROMA

La huella de la Antigua Roma está presente en nuestra lengua, en nuestra religión o en nuestro derecho. ¿Sabías que el "enchufismo" y el "clientelismo" también es heredado?

Claro con diversos matices diferenciadores. Porque si en la actualidad nos referimos a la corruptela política ligada a la obtención y el mantenimiento del poder, asegurándose fidelidades a cambio de favores y servicios; para los romanos eran relaciones de amistad, de parentesco o de clientela. En ambos casos con el poder y el capital por medio, veamos algunas pinceladas en la sociedad romana.

Quinto Tulio Cicerón, hermano del famoso orador Marco Tulio Cicerón, recomendaba en su Manual Electoral que todos los días había que llegarse al Foro (la plaza central de las ciudades romanas)  y llamara a todos por su nombre.

Para ello el político llevaba a su lado al esclavo nomenclátor, que le iba diciendo al oído el nombre:

-       Mi señor ese caballero  con la Toga con mangas largas y adornadas con franjas que viene hacia aquí, es Caius Hortensius Severus

-       ¿La toga con mangas largas y franjas? ¡Hortensius es afeminado, le prestaré algunos de mis jóvenes esclavos!

Los candidatos solicitaban favores y  devolvían con intereses esos favores.  Pagaban festejos de teatro, circo o de gladiadores. Prometían y prometían, a veces incluso no se cumplían las promesas. Antes como hoy, ayer como mañana, ¿observa algo hereditario de la sociedad romana?

Los personajes más ricos y notorios brillaban en función del tamaño de su clientela. Lo primero que hacía un cliente, bien tempranito, era ir a saludar a su patrono, la Salutatio, formando incluso grandes colas en las puertas de los más poderosos.

Así que podría haber ocurrido en la puerta un tal Lucio Herenio Hereriano, de una pequeña ciudad cercana a Carteia, ver a sus clientes esperando impacientes una pequeña cesta de comida cada uno, la Sportula,  que recibían cuando le decían a su patrón “muy temprano vengo a saludarte”

Y que para que un cliente o plebeyo consiguiera ser alguien destacado era muy importante la relación con su patrono o patricio.  Es decir que quién no tenía padrino no se bautizaba. Y sí, por si alguien lo estaba pensando, la costumbre de apadrinar al recién nacido es heredada de la Antigua Roma, además la Roma más arcaica, antes incluso de las influencias griegas o cristianas.

Y el patrón de todos los patrones, como cabría esperar, el emperador. Ya para concluir les refiero algunas anécdotas de césares que lograron ocupar tan digno cargo por el “enchufe” de sus madres.

El primer emperador, el divino Augusto, tuvo que divorciarse para casarse con Livia, que tuvo que separarse, a su vez, de su primer marido. Pues el heredero al imperio acabó siendo Tiberio, hijo de Livia con su primer marido, gracias a la intervención y astucia de su madre.

Curioso que durante el imperio romano, hace 2000 años, había divorcio, también en Hispania, cuestión que no llega a nuestro país de nuevo hasta hace 40 años

Y modelo de madre entregada, sin dudas, Agripina, sobrina del emperador Claudio. Aprovechando que su tío ejecutó a su esposa Mesalina por infidelidad, trenzó los hilos conspiratorio con fina sutileza. De tal forma, logró que el senado despenalizara el  incesto para casarse con su tío. Una vez esposa del emperador, le ofreció a Claudio unas ricas setas de esas que solo se comen una vez, con la complicidad de su catador, Haloto, que hizo que el emperador la palmara por envenenamiento.

Todo ello para lograr que su hijo Nerón se convirtiera en el sucesor de Claudio. Más tarde su hijo se cansó de su amadísima madre, sin la que probablemente no hubiera llegado a emperador, y se puso a la tarea de asesinar a su progenitora.

 Para el “pobre” no fue una tarea fácil, no crean que por escrúpulos, sino porque resultó una tarea ardua, porque Agripina era muy precavida. Hasta que mandó unos legionarios a su villa de Antium, se dice, se cuenta, se rumorea que ella se arremangó la túnica y dijo que le hundieran la espada por el vientre donde había gestado al emperador.

Queda la cuestión de los cuñados, porque hablar de “enchufismo” sin mencionar a los “cuñaos”, es como hacer un pulpo a la gallega sin pulpo. Aunque esto merece una entrada de blog para este tema, así, de manera específica, que es mucho lo que hay que enchufar sobre los cuñados y cuñadas en la Antigua Roma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante, en Jimena hay más políticos romanos que trabajadores rumanos

Anónimo dijo...

Hemos superado con creces a nuestros maestros Romanos en cuanto a enchufamos y corrupción, porque además aquí hemos legislado para que se mantenga y crezca, Con aforados, liberados y la no existencia del enriquecimiento ilícito.