José Antonio Hernández Guerrero.
“El momento álgido del partido fue el minuto noventa en el que el árbitro pitó un penalti inexistente. Varios cientos de aficionados, ya calientes por la presión que habían sufrido a lo largo de los noventa minutos, se lanzaron al césped, y las fuerzas del orden público fueron incapaces de controlar un tumulto que fue la consecuencia inevitable de un clima que había subido en grados de temperatura por los graves errores del colegiado”. Los lectores a los que he preguntado por el significado de esta palabra –“álgido”- me han contestado que se refiere “al momento supremo de ebullición, al nivel superior de calor emotivo, a una situación de alta temperatura sentimental”.
Se han sorprendido cuando les he dicho que, efectivamente, “álgido” es el momento clave, decisivo y cumbre, pero no exactamente por el calor sino por el frío; no por el fuego de las pasiones, sino por el frío de la calma y del sosiego. El diccionario nos dice que se refiere “al estado febril o morboso acompañado de frío glacial”. En su sentido coloquial, significa aquellas situaciones que producen un frío intenso y excesivo, un temblor glacial o un sudor gélido. Califica, por lo tanto, estados de sorpresa, como cuando afirmamos que nos hemos quedado helados, fríos o congelados.
Recordemos que este adjetivo, tomado del latín "algidus", es un derivado del verbo latino "algere", que significa tener frío. Inicialmente los médicos lo empleaban para designar el período “álgido” de ciertas enfermedades, como, por ejemplo el cólera. Los manuales nos explican que estaba acompañado de frío glacial y que podía representar un momento crítico para la vida del enfermo. Podemos emplear este adjetivo para referirnos a una situación extrema o a un hecho culminante, pero a condición de que no posean características opuestas a su significado primitivo; esta palabra no es la más adecuada para indicar, por ejemplo, calor, ardor, entusiasmo, pasión, exaltación, fervor, vehemencia o excitación. Serviría, sin embargo, para definir estados de extrema apatía, de inexpresividad o de sosería.
Recordemos que este adjetivo, tomado del latín "algidus", es un derivado del verbo latino "algere", que significa tener frío. Inicialmente los médicos lo empleaban para designar el período “álgido” de ciertas enfermedades, como, por ejemplo el cólera. Los manuales nos explican que estaba acompañado de frío glacial y que podía representar un momento crítico para la vida del enfermo. Podemos emplear este adjetivo para referirnos a una situación extrema o a un hecho culminante, pero a condición de que no posean características opuestas a su significado primitivo; esta palabra no es la más adecuada para indicar, por ejemplo, calor, ardor, entusiasmo, pasión, exaltación, fervor, vehemencia o excitación. Serviría, sin embargo, para definir estados de extrema apatía, de inexpresividad o de sosería.
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***Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
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Foto de http://www.apatita.com/
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