miércoles, 10 de marzo de 2021

"El virus del odio", por José Antonio Hernández Guerrero

>>> TODOS LOS ARTÍCULOS de José Antonio Hernández Guerrero en buceite.com

EL VIRUS DEL ODIO

Estoy de acuerdo en que, a veces, es necesario gritar, llorar o protestar para desahogarnos, para aliviarnos de la presión interior que nos provoca una injusticia flagrante, un reproche inmerecido o un trato vejatorio; las agresiones, efectivamente, reclaman una compensación que reestablezca el equilibrio emocional.

Hemos de evitar, sin embargo, que nuestra reacción, en vez de curarnos el daño causado, agrave nuestro mal y nos despierte el virus mortífero, homicida y suicida del odio cuyo germen aletargado llevamos todos en los pliegues de nuestras entrañas. 

Quizás sea inevitable sentir indignación, rabia, ira, cólera y hasta furia, pero el odio es otro impulso más grave y más peligroso: es un sentimiento permanente e intenso, que nos impulsa a aniquilar de la realidad y hasta del recuerdo a quien nos ha dañado. El odio es una relación con una persona a la que deseamos destruir.

En mi opinión, es posible que no tengamos claro que, frecuentemente, nuestra visión simplificadora vierte todo el mal sobre nuestros enemigos y consideramos que nosotros somos los buenos, los que estamos libres de culpa. En los deportes, en la política y en la religión es frecuente que definamos a los adversarios -a los otros, a los diferentes- como la encarnación del mal radical y que, por eso, los demonicemos y los pintemos como figuras monstruosas. No advertimos que las raíces del mal y del odio están también ocultas en el interior de nuestros propios corazones. Poner todo el mal en un platillo -el de los enemigos- es librarse inútilmente de un peso que cada uno de nosotros debemos soportar.

En el libro que tengo entre las manos dice lo siguiente: “Aunque no hubiese más que un solo alemán decente, él solo merecería ser defendido frente a esa banda de bárbaros y, gracias a él, no habría derecho a verter odio sobre un pueblo entero. Esto no significa ser indulgentes ante determinadas tendencias, hay que tomar posiciones, indignarse por algunas cosas en determinados momentos, tratar de comprender; pero ese odio indiferenciado es lo peor que hay. Es una enfermedad del alma”. Estas palabras cobran todo su valor cuando sabemos que fueron escritas por Etty Hillesum (1914-1943), una joven judía que, antes de morir en Auschwits, contó sus dolorosas experiencias y sus profundas convicciones de que, incluso ante el supremo sufrimiento, hemos de alabar la vida y vivirla “con la plenitud de sentido que la vida requiere”.  

1 comentario:

  1. Anónimo3:03 p. m.

    .
    Hay muchos virus entre nosotros
    y casi todos son endémicos,
    sin duda el más grave sea el odio,
    pero los enumerados por usted
    como la rabia, ira, cólera y hasta la furia
    y muchos más bien conocidos
    no se le quedan atrás, ni mucho menos
    todos caminan al unísono
    parece que van uncidos,
    para los que no hay vacuna
    y por solo ese motivo
    no podemos erradicarlos,
    son como usted bien ha escrito
    una enfermedad del alma,
    hay que convivir con ellos
    hay que, en los demás y en nosotros mismos,
    el deber de soportarlo
    e intentar el autocontrol,
    para hacer el mínimo daño.

    Un saludo y mis respetos

    Antonio.-
    .

    ResponderEliminar

ESTE BLOG NO SE HACE RESPONSABLE DE LAS INFORMACIONES U OPINIONES APARECIDAS EN LOS COMENTARIOS.
Así, se admiten todos los comentarios recibidos incluídos lo anónimos, siempre que no contengan insultos y descalificaciones sin más, o que simplemente a buceite.com no le parezca adecuada su publicación.
Pero se debe tener en cuenta si es anónimo, y esto es muy importante, que la dirección IP del ordenador queda almacenada, será descubierto y asumirá toda la responsabilidad si alguien denuncia el comentario ante los tribunales de justicia.
Así que todos deben moderar sus palabras, ser razonables, y comentar de modo que a los lectores les puedan parecer interesantes estas opiniones.