Ilustración de la sampableña María Romero Pérez. |
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Luis Alberto Fernández Piña ha publicado este relato en la sección de narrativa del núm. 35 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y dirige José Antonio Hernández Guerrero.
NO SOY TU ESCLAVA
Limitas mis movimientos porque los tuyos están impedidos por tu escasa razón. Pretendes que esté encerrada en tu calabozo machista porque tú lo dices, porque te crees que me has comprado en un supermercado y guardas todavía el tique en tu bolsillo para descambiarme cuando te dé la gana, pero antes de hacerlo tienes que rebajarme a tus palabras.
Soy fea. Soy gorda. Soy mala. Me insultas como quieres, porque para ti soy el diablo en persona con tal de verme arrastrada por los suelos para pedirte una clemencia que jamás saldrá por mi boca. Tienes celos de las buenas personas que conocen mi situación e intentan darme ánimos, a escondidas, para que no la pagues conmigo. Quieres que no hable con nadie, que los bloquee a todos y me limite a ser tu sirvienta. Tu esclava.
Me dejas tan hecha polvo que hay noches donde solo necesito un abrazo y sentirme protegida, porque el miedo siempre está al acecho, afilando con argucia las palabras que me lanzas con la malicia de tus entrañas. Mi estómago es la diana de todas ellas y allí me desencajan sin pudores.
Pero ya he puesto un límite. Voy a pasar la página más grande y pesada de mi vida para poder mirarme al espejo y ver a una mujer resistente que puede agarrar al mismísimo demonio por los cuernos, y lanzarlo al mugriento agujero de donde nunca tenía que haber salido. Porque yo soy dueña de mi vida; porque el pasado se tiene que quedar atrás, y el futuro tiene que venir bañado en sueños que nos hacen levantarnos sonrientes; porque hay personas que te alegran con una sola palabra y ellas son las que van a estar conmigo desde ahora; porque el sufrimiento me ha hecho más fuerte para enfrentarme de nuevo a la vida, con ganas, con valentía; porque el mañana es solo mío y nadie me lo va a arrebatar.
Después de muchas décadas de lucha, en las que personalmente he participado, no sabes lo que me emociona el hecho de ver que aún existen hombres comprometidos en la lucha contra la violencia de Género. Ojalá se unieran todos contra esta lacra. Y repito TODOS en mayúsculas. Te felicito por tu escrito. Un saludo.
ResponderEliminarMuy bueno Luis. Encierra mucha verdad y sufrimiento.
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