domingo, 29 de junio de 2014

Poema "Gitano", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Bandera Gitana.
Poema dedicado al gitano benarrabicho Juan Manuel Núñez, conductor del autobús escolar en San Pablo, y a todos los gitanos.
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GITANO 
No cortes tu melena
Ni la sangre de tu raza
Apiñonada; ni cobriza, ni apache
¡Corazón apátrida!
Déjala volar al viento
Como el olvido de tu historia
Como el silbido del pensamiento
Suspendida cometa sin aire!
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¡No cortes tu pelo!
Gramática sin lengua
Mundo sin techo
Indio, anónimo o disfrazado
Nómada del globo
¡Rabia… de tu libertad!
Mutismo de raíces
Letras sin papel y papel sin letras


Pelo negro azabache
Piel, ni morena, ni negra
Canta, hombre, tu color
Baila, mujer, tu etnia
Grita al aire tu quejido
Habla, raza inconfundible
Cuenta, tu pasado y tu presente
Garbea tu diferencia, rom.


Muestra: tu espalda cicatrizada
Tu carné de esclavizado
Tus lágrimas de expatriados
Tus hermanos exterminados
Tus aportaciones culturales
Tus aspiraciones y el futuro
Tus ojos negros llenos de alfileres
Tus amores y tus claveles


Tu desambular por la Tierra
Tu independencia de normas
Tu rechazo al sedentismo
Tu valentía y tu pillería
Tu garbo sin arrugar la frente
Tu respeto al patriarca
Tu condición de humano
¡¡Tu honra de raza…, gitano!!

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A mi amigo de Benarrabá, calé y conductor del autobús escolar en San Pablo de Buceite, por tener la osadía de pelarse y cortar esa cabellera romaní que atada a una genética volaba libre por los aires. Olvidando ante el barbero, que él y su largo pelo pertenecen a un pueblo itinerante, único en su especie que ha convivido durante siglos con árabes y cristianos por toda Europa, creando diversidad de cultura. Nadie se acuerda, ni ellos siquiera, de su origen. Sin embargo, creo, que son los mejores representantes del deambular de la raza humana por los confines de la tierra, simbolizando que somos iguales pero también diversos en lo genético, en la lengua y en la cultura; fruto del ir y venir de los hombres a través de los siglos, de encuentros y desencuentros, mezclas y separaciones.

Sea también para todos los de su raza, morenos o rubios, pero honrados y leales gitanos.

1 comentario:

  1. Anónimo6:28 p. m.

    .
    Había hace días en el mercado
    un gitano de pura sangre,
    bajito, ancho, regordete
    con una vara en la mano,
    un sombrero bien calao
    un poquitín ladeao,
    un bigote espeso, blanco
    algo rubio por el centro
    sin duda por el tabaco,
    y su clavel, en la solapa.
    Gafas de sol algo antigua
    y una voz ”aguardientosa”
    parecía... un patriarca
    que me dijo a mí al pasar:
    -La sangre, no hay que mezclarla.
    Con el gesto le interrogué,
    con la vara me indicó,
    a una pareja de jóvenes
    que a una niña acariciaban.
    El joven, un gitano como él,
    sin sombrero, sin clavel
    y por supuesto, sin vara.
    En pantalones vaquero,
    zapatillas de deportes
    con camisa clásica, ajustada,
    muy bien planchada.
    Su pareja una hermosa mujer
    de pelo rubio natural
    y blanca como ”la nácar”
    podría pasar por sueca.
    La nena de piel algo más obscura,
    de graciosos ojos verdes
    y cabellera dorada.
    Repitió el viejo señor
    negando con la cabeza:
    Esto no es ni bueno, ni normal,
    la sangre, no hay que mezclarla.
    Le contesté: -Míreme, yo llevo
    sangre de muchas mezclas,
    sangre de muchas razas.
    Me miró y entre dientes masculló
    Yo lo veo, así te va.
    Un señor que estaba al lado,
    me dijo que, en todo el mundo,
    no hay otra etnia como ellos,
    que después de, algo más de cinco siglos
    que a Europa llegaron
    aún no se han diluido
    entre los pueblos autóctonos.
    de vez en cuando hay algún cruce,
    pero por lo general
    ellos conservan a gala,
    la pureza de su sangre,
    de su etnia o de su raza.
    Eso, no es bueno ni malo,
    es su pensar, es su opción
    y su libre decisión,
    debemos de respetarla.
    Mi padre tuvo siempre gala
    de tener amigos gitanos,
    y de aquellos que eran nómadas
    al atravesar San Pablo
    se desviaban y ponían
    el rumbo hacia El Corchado
    a saludar a mis padres,
    si era hora de comer,
    mis padres los invitaban
    y con nosotros comían.
    Un jovenzuelo del poblado
    a mí me quiso chinchar
    diciéndome, que eran mis tíos,
    se lo comenté a mis padres
    y ellos me respondieron
    -Dile que nos son tus tíos
    y que, como cualquier humano,
    ellos también son tus hermanos.
    Yo los he tenido y los tengo
    cuando yo era militar, los gitanos
    eran muy buenos compañeros
    Y como compañeros de trabajo
    de lo mejor que he tenido.
    .
    14.04.16
    .
    Antonio. –El niño del Corchado-

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