lunes, 25 de noviembre de 2013

"Crónica de la reunión del Club de Letras de la UCA en Algeciras", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

16,50 horas del día 22 de noviembre de 2.013, allí estaba yo, echado sobre la alambrada de una huerta de naranjos que los separa de la calle Jimena, esperando y observando. Esperando a la palabra dada y acordada, de un transporte amigo. Observando a un lago de naranjos que embellecen el paisaje pintado en las ventanas y puertas de mi casa. Naranja ya, perdiendo su verde pubertad para convertirse definitivamente en adultas naranjas, exquisitas y variadas naranjas de color naranja.

La tarde amenazaba agua. Las nubes abrazaban a las montañas, acostándose con los árboles y las rocas. Los perros ladraban a la fina lluvia que, a kilómetros, al valle rodeaba. Y la antigua dehesa de Buceite sorda, dentro de una urna de infiel atmósfera pesada, oscura, silenciosa; presagiando el deseo en la sed del campo y las ansias en los soles de las margaritas. Su pueblo, San Pablo, como una diana verdiblanca de tejas resecas y agrietadas, acompaña al rezo de sus moradores ¡Dios mío, que llueva! –Dios parece estar al lado de los separatistas vascos y catalanes- ¡Ahoga menos al Norte con esos aluviones de aguas torrenciales y repártela un poco entre los pobres de la nación! ¡Intercede algo también en la política –¡joder!- como hacía tu Hijo Jesucristo a favor de los necesitados; pues entre Rajoy con sus recortes económicos y sociales y tú con los tuyos de lluvia, nos tenéis a los extremeños y andaluces, -¡fíjate tú!- con el agua al cuello!.

    En ese cavilar estaba yo cuando ví asomar el coche de Bernardo Medina y como únicos ocupantes él y Cristina, que venían a recogerme para trasladarnos todos a la Escuela Politécnica de Algeciras, donde teníamos sección del Club de Las Letras, curso que dirige nuestro gran amigo José Antonio Hernández González, Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Cádiz.

    Ya en camino, nuestro pesar era que pudiera llover, pues nos habíamos dejado el paraguas en casa. Pero conforme íbamos acercándonos a la ciudad veíamos que el cielo se iba despejando dejando solo algunos cúmulos de signos dudosos, con olor a sal.

    Frío. Húmedo y frío, fue la bocanada de aire que nos recibió al salir de los aparcamientos, tras dejar el coche en un parking cercano a la Politécnica, donde entramos los tres primeros “carrozas” de la noche, entre un mar de juventud.

    Allí, en la conserjería, a través de la ventanilla, un señor de cazadora roja con gorra negra hablaba con el encargado. Fue Bernardo el primero que lo reconoció “allí está José Antonio”. Efectivamente era él recogiendo las llaves del aula, a donde nos dirigimos tras los saludos especiales de rigor con los que siempre nos premia.

    Poco a poco fueron llegando otros compañeros de letras de diversas profesiones, a los que recibía con ese agrado y  gracia –que también-, amistad, respeto y agradecimiento - todo hay que decirlo- que su personalidad sabe dispensar.

    Comenzó las clases con una reflexión sobre los objetivos del curso; enseñándonos como aprender a leer,  para,  a través de la lectura interpretar la vida y viceversa. Y eso que tan bonito dice “Leer es: hacer sonar los sonidos” y que yo, desde mi neófito punto de vista, le agregaría “Y el despertar de los sueños de la imaginación”. Dió un repaso sobre como leer los textos, para terminarlo diciendo: “Que todos los textos son ficción e historia” y razonando esta frase.

    Y como siempre la sorpresa: Escribirme un texto no muy largo sobre (hoy tocó) “La Soledad”. Para después, cada uno leer a los demás lo que ha escrito. Decir, que a mi, me gustaron todos, teniendo en cuenta el tiempo y el factor sorpresa del tema.

    Particularmente en mi caso, ahora, leyendo el mío, no sabría muy bien como calificarlo, y, teniendo mis complejos, como creo que mucha gente los tiene, pero con osadía diría yo,  para vuestro propio análisis y crítica, sin cambiar un ápice, lo escribo a continuación:

    “LA SOLEDAD: Mi soledad es tan negra como la propia oscuridad de la noche. Oscura, como mi sombra, que me sigue a todas partes.
    Veo a mi pueblo, a sus gentes, y en el centro yo, solo con mis pensamientos. Solo, como mi soledad.
    Abrupta soledad del abrupto yo; solo, conmigo mismo.”

    Para terminar la clase, como trabajo, nos recordó una serie de libros que hemos de leer, agregándonos uno más; de los cuales hemos de extraer nuestra crítica positiva o negativa y exponerla en textos que le remitiremos para su análisis.

    Finalizada la clase, le acompañamos en el coche de Bernardo hasta la parada de autobús; siendo cercana ya, las 21,00 horas, preguntándonos: que clase de hombre, con esa edad –pese a que él nos dice que es joven y que aún le queda mucho por aprender- y a esa distancia, sin vehículo propio, pagando de su bolsillo todo gasto, es capaz de lanzarse a estos pueblos tan distantes de la capital de provincia donde reside, para darnos unas clases que económicamente no le compensa en absoluto, todo lo contrario.

    Yo, personalmente creo, que es por muchas cosas importantes y muy dignas: Seguir enseñando; seguir siendo un “cura” de Dios; un profeta a secas; seguir siendo catedrático y escritor; seguir dando su amistad para recibirla y dando su cariño para también recibirlo; seguir siendo joven y seguir buscando esa felicidad que tanto promulga y desea para los demás, y lo más importante, seguir sintiéndose humano –verdaderamente humano no un fetiche- dentro de este mundo donde la humanidad se confunde con todos los calificativos contrarios “a la dignidad humana”: ser inteligentes y poseer ese alma que todos notamos dentro de nosotros llamándole también espíritu, y que nunca muere. Solo por eso se nos requiere ser, al menos, bueno.

Pues bien, él lo es, ¡y con eso nos basta!.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Observando a un lago de naranjos que embellecen el paisaje pintado en las ventanas y puertas de mi casa.

¿HABÉIS OBSERVADO QUE PRECIOSIDAD, QUÉ FORMA TAN BONITA DE CONFIGURAR UN ENTORNO?

Naranja ya, perdiendo su verde pubertad para convertirse definitivamente en adultas naranjas, exquisitas y variadas naranjas de color naranja.

OBSERVAD COMO EN TAN POCAS PALABRAS HA COLOCADO CUATRO VECES LA PALABRA NARANJA CON TAN VARIADOS ADJETIVOS Y DISTINTOS SIGNIFICADOS DE MADURACIÓN: a) Naranja; b)Adultas naranjas c) exquisitas naranjas, variedad de naranjas d) color naranja.

La tarde amenazaba agua.
Las nubes abrazaban a las montañas, acostándose con los árboles y las rocas.
Los perros ladraban a la fina lluvia que, a kilómetros, al valle rodeaba.
Y la antigua dehesa de Buceite sorda, dentro de una urna de infiel atmósfera pesada, oscura, silenciosa;
presagiando el deseo en la sed del campo y las ansias en los soles de las margaritas.
Su pueblo, San Pablo, como una diana verdiblanca de tejas resecas y agrietadas, acompaña al rezo de
sus moradores

ABRAZANDO A LAS MONTAÑAS. ACOSTÁNDOSE CON LOS ÁRBOLES Y LAS ROCAS.
LOS PERROS LADRABAN A LA FINA LLUVIA.
LA DEHESA DE BUCEITE: SORDA... ??
DENTRO DE UNA URNA DE INFIEL ATMÓSFERA
EL DESEO EN LA SED DEL CAMPO
LAS ANSIAS EN LOS SOLES DE LAS MARGARITAS
SAN PABLO, UNA DIANA VERDIBLANCA

No son unos verso preciosos para una poesía libre, llena de musicalidad y significados metafóricos.

MI SOLEDAD ES TAN NEGRA COMO LA PROPIA OSCURIDAD DE LA NOCHE.
MI SOLEDAD ES OSCURA, COMO MI SOMBRA QUE ME SIGUE A TODAS PARTES.
EN EL CENTRO DEL PUEBLO YO, SOLO CON MIS PENSAMIENTOS, CON MI SOLEDAD (Entre tanga gente).
ABRUPTA SOLEDAD DEL ABRUPTO YO (Se culpa él, no a los demás de su soledad -que forma de decirlo-)
SOLO, CONMIGO MISMO (Aquí lo reafirma)

Me parece una crónica embellecida por unos bellísimos versos.

Y aquí he venido, a este ordenador, a decírtelo. A darte las gracias por "hacer que nuestros oídos canten".

Un amigo, para que no estés solo.