lunes, 28 de octubre de 2013

"Bienestar", por José Antonio Hernández Guerrero

El bienestar social constituye un objetivo y una promesa comunes a todos los programas electorales. Lo ofrecen tanto los partidos de izquierda como los de derecha o, mejor dicho, los de centro izquierda y los de centro derecha ya que, tanto unos como otros experimentan cierto pudor -temor electoral- de declararse defensores de colores nítidos.

Estos propósitos políticos son justos y estas reivindicaciones sociales son necesarias, pero mucho nos tememos que, si no los controlamos y no los administramos, el ansia de "bienestar" de la mayoría afortunada de ciudadanos se satisfaga a costa del "malestar" de algunas minorías desgraciadas. Si pretendemos ser justos y solidarios, hemos de repartir equitativamente los bienes y los males, los gozos y los dolores, las alegrías y las tristezas, las ganancias y las pérdidas, la salud y la enfermedad, el calor y el frío, las comodidades y las molestias, el llanto y la risa.


No podemos aceptar que, para que una ciudad esté más bella o para que un hogar esté más tranquilo, expulsemos o alejemos a los que afean el paisaje y a los que perturban la calma o, en otras palabras: no es justo que, para que unos pocos o unos muchos lo pasemos mejor, alejemos las molestias que nos causan, por ejemplo, los ancianos, los niños, los enfermos, los tontos, los pesados, los torpes, los raros, los locos, los cuentistas, los ignorantes, los maleducados, los nerviosos, los desordenados, los tranquilos, los orgullosos o los tímidos.

Si no controlamos la ganancia de dinero, la adquisición de los conocimientos, la acumulación del poder y el cultivo de la cultura, estaremos formando un hombre y construyendo un mundo inhumanos. Los profundos y rápidos cambios que experimentamos, las mejoras de las balanzas y el alza de los índices macroeconómicos, culturales e, incluso, sociales por sí solos nos llevan a una sociedad "asimétrica". Como afirma Gabriel Delgado, estaremos contribuyendo a que crezca la distancia entre los nuevos ricos y los nuevos pobres, entre los listos y los torpes, entre los sanos y los enfermos, entre los ganadores y los perdedores.
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Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista. 
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunas cosas son difíciles de compartir o hacerlas menos desproporcionadas pues las enfermedades vienen y no se puede ni deben compartir, lo que si se puede es ayudarles a combatirlas y, para eso, hace falta dinero ¿de donde? del que lo tiene o del Estado que lo ha recopilado. Aquí va a ocurrir lo contrario, todo va encaminado a que el rico, como tiene dinero, pueda combatir su enfermedad, paliándola, curándola,o aminorándola, sin embargo el pobre ¡que se las apañe!. De ahí el encaminamiento hacia la desaparición de la sanidad pública y el resurgir de la privada que hará también al rico más rico.
La política que debiera ser más correcta (para acallar todas las partes) tendría que ser positiva para todo el mundo. Si el rico quiere ser más rico ¡que lo sea! pero no en prejuicio del pobre, sino todo lo contrario, debiera ir encaminada a que, para hacerse más rico debiera también, sin más remedio, pasar por beneficiar "ricamente" al pobre. Si el asciende,su pobre también, y a la vez los demás pobres. Y ahora tú ¡ten el dinero que te de la gana!, pero no a costa del pobre.
De esa forma, en vez de tener el dinero apalancado sin dar beneficio alguno, o en otros países, lo moverías en tu beneficio, de rebote en el del pobre y de rebote en el del país al que perteneces. Y el Estado debiera ser el primero en promover esto para que incluso sus políticos, en vez de robar, pudieran ganarse sus dinerillos extras. ¿Cómo?, pues haciendo que los dineros que están y se van fuera vuelvan sin miedo de tener que pagar un excesivo interés a Hacienda. Y que Hacienda, de una p..., vez controle que el que tanto dinero gana si no lo mueve es cuando pudiera tener problemas. El que lo apalanque a la cárcel, el que lo tenga en otro país a la cárcel (sea empresario, torero,artista, futbolista, político, contrabandista, narcotraficante o constructor)y el dinero que se le pesque para Asuntos Sociales "de verdad". ¡Y el trabajador que trabaje, y si no, que hubiera estudiado! ¿¡Qué no trabaja!? ¡A la cárcel!¡Que no estudia, a trabajar! y el que se quede con un céntimo de todos los españoles, sea quien sea, fusilado, y, si no se puede implantar la pena de muerte ¡a la cárcel!. ¡Quitar beneficios sociales¡ ¡NI UNO!. Tu te has tirado cuarenta años de tu vida trabajando y cotizando (y si no ha sido tu culpa -¡como ahora-! el llegar al tope de cotización, se te ajusta sin trampa ni cartón) a cobrar tu paga proporcional a los años abonados. En cuanto al seguro autónomo ¡fuera! todo el mundo asegurado por la Seguridad Social, ¡tú tienes más, paga más y después cobrarás tu pensión hasta un tope prudente para el que más ha pagado y muy prudente para el que ha cotizado lo estipulado. ¡Por qué no se hace así...? ¡Aaaah!, preguntar al mismo Estado. ¡Tan difícil es seguir la política del país que más ejemplo nos puede dar, ejemplo: Suecia.! ¿A que no es difícil? ¿Y porqué no se hace? ¡Pues por lo del rico, que quiere ser más rico a costa de que el pobre sea más pobre y allá él!
Lo que usted dice con palabras que no todo el mundo entiende, quiere decir ni más ni menos que ésto; que si, lo entiende todo el mundo...¡bueno! ¡menos los ricos, y a los que de esta forma se le acaba la posibilidad de ser rico robando al Estado, ahííí... sentado en el Estado de los políticos!.